29/05/2019, 17:52
Las palabras de la Anciana le arrancaron una sonrisa amarga al Uchiha. Sí, en efecto, él había sido esa clase de shinobi; el que pensaba que adherirse a su estricto código moral justificaba cualquier tropelía, el que se había escudado siempre tras una barricada de reglas y leyes ninja. Como bien decía la misteriosa mujer, ya no estaba en ese terreno, sino en la maldita selva. Y en la selva, uno mataba por su propia mano, sobrevivía por su propia mano, y lidiaba con sus propios fantasmas. Pero Akame no temía a la selva. Era el único lugar al que podía ir. ¿Que por qué quería unirse a Sekiryuu? La respuesta no podía ser más sencilla.
—Porque se me ha dado una segunda oportunidad de vivir, de hacer las cosas. Y tengo intención de aprovecharla. Kaido me trajo hasta aquí y ahora yo puedo labrarme mi propio camino. No tengo ningún otro sitio al que ir.
Sincero, directo. Como había sido desde que empezara aquel interrogatorio disfrazado de serena conversación de paseo. Akame no tenía nada que esconder, pues incluso aquello que podría haberle causado más pudor revelar, Kaido se había asegurado de que todos los Ryuutō supieran quién era realmente aquel muchacho escuchimizado y mutilado.
—Porque se me ha dado una segunda oportunidad de vivir, de hacer las cosas. Y tengo intención de aprovecharla. Kaido me trajo hasta aquí y ahora yo puedo labrarme mi propio camino. No tengo ningún otro sitio al que ir.
Sincero, directo. Como había sido desde que empezara aquel interrogatorio disfrazado de serena conversación de paseo. Akame no tenía nada que esconder, pues incluso aquello que podría haberle causado más pudor revelar, Kaido se había asegurado de que todos los Ryuutō supieran quién era realmente aquel muchacho escuchimizado y mutilado.