13/06/2019, 22:07
(Última modificación: 13/06/2019, 22:08 por Uzumaki Eri.)
Se rascó la mejilla, ligeramente irritada por su fallo en los cálculos. En vez de anotar el día que de verdad habían pedido que estuviera en Minori, llegó con un día de antelación, así que, pese a que hubiera preferido estar en Uzushiogakure soportando ese calor, lo pasó aprovechando para conocer más el lugar, con suerte la noche fue fresca y no tuvo que preocuparse por tener sueño al día siguiente.
Así que allí estaba, observando con curiosidad aquel medio de transporte que Amegakure había ideado y que pronto se habían dispuesto a construir entre todos para sustituir aquellos pesados viajes entre aldeas y ciudades. Por una parte, Eri lo agradecía, pues así sería más sencillo moverse, sin embargo no se sentía del todo cómoda ante aquel ferrocarril, y aunque aquel miedo probablemente nacía de su desconocimiento, el respeto que le hacía sentir aquello que se alzaba ante ella era algo que no pensaba quitarse hasta dentro de quizá un tiempo.
Para su suerte —o desgracia— había recibido el aviso de que iba a ser una de las primeras personas en probar el primer viaje que se realizaba entre Minori y Ushi, y eso la inquietaba y alegraba a partes iguales, pues probaría lo que sería ir ahí montada, pero, ¿y si algo salía mal? No se refería a que hubiera algún disturbio entre los vagones de aquel gran gusano de hierro, no; ella tenía miedo de algo que no podía controlar.
«Todo saldrá bien.» Se consoló a sí misma, y mientras negaba con la cabeza, se giró para recorrer un poco el lugar antes de que todo se pusiera en marcha, hasta que sus azulados ojos se posaron en una figura que conocía bastante.
—¡Ayame! —saludó la kunoichi pelirroja en cuanto la reconoció, levantando su mano izquierda para moverla por encima de su cabeza.
Así que allí estaba, observando con curiosidad aquel medio de transporte que Amegakure había ideado y que pronto se habían dispuesto a construir entre todos para sustituir aquellos pesados viajes entre aldeas y ciudades. Por una parte, Eri lo agradecía, pues así sería más sencillo moverse, sin embargo no se sentía del todo cómoda ante aquel ferrocarril, y aunque aquel miedo probablemente nacía de su desconocimiento, el respeto que le hacía sentir aquello que se alzaba ante ella era algo que no pensaba quitarse hasta dentro de quizá un tiempo.
Para su suerte —o desgracia— había recibido el aviso de que iba a ser una de las primeras personas en probar el primer viaje que se realizaba entre Minori y Ushi, y eso la inquietaba y alegraba a partes iguales, pues probaría lo que sería ir ahí montada, pero, ¿y si algo salía mal? No se refería a que hubiera algún disturbio entre los vagones de aquel gran gusano de hierro, no; ella tenía miedo de algo que no podía controlar.
«Todo saldrá bien.» Se consoló a sí misma, y mientras negaba con la cabeza, se giró para recorrer un poco el lugar antes de que todo se pusiera en marcha, hasta que sus azulados ojos se posaron en una figura que conocía bastante.
—¡Ayame! —saludó la kunoichi pelirroja en cuanto la reconoció, levantando su mano izquierda para moverla por encima de su cabeza.