23/06/2019, 21:25
Por su parte, Ayame salió de la armería con una wakizashi que ahora pendía de su costado izquierdo, un Fūma Shuriken que llevaba plegado en la parte baja de la espalda (por debajo del portaobjetos) y otro sello explosivo de clase B. Habían aprendido a las bravas que no podían escatimar en recursos, y no pensaban volver a cometer ese mismo error.
—Bien —habló Daruu, una vez se adentraron en un callejón más solitario—. Será mejor que volvamos al hotel. Yo me he teletransportado en el viaje de ida, ¿harías los honores en el de vuelta?
Ayame esbozó una sonrisa de medio lado e inclinó el cuerpo en una reverencia.
—Tus deseos son órdenes para mí —respondió, burlona—. Agárrate a mí.
—¡Ay, ay, ay...!
Las siluetas de Daruu y Ayame se desplomaron con estrépito, de vuelta en la habitación de La Bruma Negra. Ayame se había golpeado la cabeza contra el somier al caer y ahora gimoteaba con lágrimas en los ojos mientras se frotaba la coronilla.
—No termino de cogerle el truco a los aterrizajes... Ay...
—Bien —habló Daruu, una vez se adentraron en un callejón más solitario—. Será mejor que volvamos al hotel. Yo me he teletransportado en el viaje de ida, ¿harías los honores en el de vuelta?
Ayame esbozó una sonrisa de medio lado e inclinó el cuerpo en una reverencia.
—Tus deseos son órdenes para mí —respondió, burlona—. Agárrate a mí.
. . .
¡FLOP! ¡PLOF!
—¡Ay, ay, ay...!
Las siluetas de Daruu y Ayame se desplomaron con estrépito, de vuelta en la habitación de La Bruma Negra. Ayame se había golpeado la cabeza contra el somier al caer y ahora gimoteaba con lágrimas en los ojos mientras se frotaba la coronilla.
—No termino de cogerle el truco a los aterrizajes... Ay...