25/06/2019, 16:30
Un ave rapaz se posó allí donde Akame había saltado. De plumas blancas y negras, y ojos tan rojos como el Sharingan. Observando, curiosa, cómo el Uchiha desaparecía en medio del mar.
Pero, ¿qué había pasado?
Pues que cuando estaba a punto de colisionar contra las olas embravecidas, Akame se coló en una abertura que había en medio del agua. Un tobogán de hielo que bajaba en picado al menos otros ocho metros para luego formar una especie de “L” curvada e ir allanándose poco a poco. El agua caía desde arriba, bañando el interior del tobogán, y en apenas unos segundos el Uchiha salió disparado como un torpedo, sumergiéndose esta vez de verdad en el agua.
Cuando salió, pudo comprobar que se encontraba en el interior de una cueva, iluminada con luz artificial. La Anciana caminaba hacia la orilla, allí donde el suelo de la cueva subía impidiendo el paso del mar.
¡Craasshhhh! Oyó, a sus espaldas. El tobogán de hielo se había resquebrajado.
La cueva era amplísima, llena de tubos de neón que iluminaban el interior. Estaba repleta de estalagmitas, estalactitas y columnas rocosas de variadas y extrañas formas que llegaban hasta el techo. Algunas de ellas, iluminadas por luces de neón verde y azul, parecían árboles. Otras, si la mente te jugaba una mala pasada, calaveras apiñadas unas con otras. La bóveda de la cueva también reflejaba distintos colores, según la potente luz de neón por la que era alumbrada. Y dicha bóveda, a su vez, se veía reflejada en un gran lago que invadía el centro de la cueva.
Junto al lago, una gran mesa redonda, de madera rojiza y ocho sillas a su alrededor. Una de ellas ocupada por una mujer, de unos cuarenta años, de cabello negro y ojos castaños. Se levantó nada más verlos, tirando un cigarro a medio consumir y aplastándolo con la suela de su zapatilla.
—Vaya, al final lo has traído… —Vestía con una camisa holgada, de cuadros, y un vaquero corto—. Akame, ¿cierto? Yo soy Otohime.
Pero, ¿qué había pasado?
Pues que cuando estaba a punto de colisionar contra las olas embravecidas, Akame se coló en una abertura que había en medio del agua. Un tobogán de hielo que bajaba en picado al menos otros ocho metros para luego formar una especie de “L” curvada e ir allanándose poco a poco. El agua caía desde arriba, bañando el interior del tobogán, y en apenas unos segundos el Uchiha salió disparado como un torpedo, sumergiéndose esta vez de verdad en el agua.
Cuando salió, pudo comprobar que se encontraba en el interior de una cueva, iluminada con luz artificial. La Anciana caminaba hacia la orilla, allí donde el suelo de la cueva subía impidiendo el paso del mar.
¡Craasshhhh! Oyó, a sus espaldas. El tobogán de hielo se había resquebrajado.
La cueva era amplísima, llena de tubos de neón que iluminaban el interior. Estaba repleta de estalagmitas, estalactitas y columnas rocosas de variadas y extrañas formas que llegaban hasta el techo. Algunas de ellas, iluminadas por luces de neón verde y azul, parecían árboles. Otras, si la mente te jugaba una mala pasada, calaveras apiñadas unas con otras. La bóveda de la cueva también reflejaba distintos colores, según la potente luz de neón por la que era alumbrada. Y dicha bóveda, a su vez, se veía reflejada en un gran lago que invadía el centro de la cueva.
Junto al lago, una gran mesa redonda, de madera rojiza y ocho sillas a su alrededor. Una de ellas ocupada por una mujer, de unos cuarenta años, de cabello negro y ojos castaños. Se levantó nada más verlos, tirando un cigarro a medio consumir y aplastándolo con la suela de su zapatilla.
—Vaya, al final lo has traído… —Vestía con una camisa holgada, de cuadros, y un vaquero corto—. Akame, ¿cierto? Yo soy Otohime.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado