25/06/2019, 19:40
Ay, ay, ay...
De sorpresa en sorpresa. Y esta vez, a la mayor. ¿O quizás no era sino una mentira de Otohime?
—¿Un... Juinjutsu?
El rostro del joven Uchiha era un auténtico poema. Durante unos instantes, pareció haber perdido el habla, y ni siquiera cuando la Anciana le increpó, queriendo saber más de aquel supuesto sello, Akame fue capaz de reaccionar. Sólo cuando su maltratada mente fue capaz de hilar los pedazos de tela que Otohime trataba de lanzarle a la cara, pudo articular respuesta.
—¿Juuinjutsu? ¿Qué hablas, mujer? —replicó, verdaderamente sorprendido—. No es un sello, ni tiene propiedades mágicas algunas. Es una marca, como la vuestra, que durante un tiempo me identificó. Cuando era un esclavo al servicio de otra maestra.
Retrocedió un paso. Estaba empezando a perder los nervios.
—¿¡Intentas manipularme!? ¿Qué pretendes? —exigió saber, balbuceando—. Llevo muchos años con este tatuaje y nunca ha manifestado ninguna propiedad especial, ninguna anomalía, ¡nada! ¡Lo tengo desde... Desde...!
La voz se le congeló en la garganta. ¿Cómo podía ser? ¿Cómo era posible? ¿Cómo podía ser... que no se acordara de cuándo se había hecho la flor de loto de Tengu? Sus ojos reflejaron la más pura confusión y angustia cuando se fijaron en los de Otohime, casi implorantes. Casi suplicantes por conocer la verdad que para ella parecía evidente pero a Akame se le escapaba. «¿Qué significa esto...?»
—Desde... siempre.
De sorpresa en sorpresa. Y esta vez, a la mayor. ¿O quizás no era sino una mentira de Otohime?
—¿Un... Juinjutsu?
El rostro del joven Uchiha era un auténtico poema. Durante unos instantes, pareció haber perdido el habla, y ni siquiera cuando la Anciana le increpó, queriendo saber más de aquel supuesto sello, Akame fue capaz de reaccionar. Sólo cuando su maltratada mente fue capaz de hilar los pedazos de tela que Otohime trataba de lanzarle a la cara, pudo articular respuesta.
—¿Juuinjutsu? ¿Qué hablas, mujer? —replicó, verdaderamente sorprendido—. No es un sello, ni tiene propiedades mágicas algunas. Es una marca, como la vuestra, que durante un tiempo me identificó. Cuando era un esclavo al servicio de otra maestra.
Retrocedió un paso. Estaba empezando a perder los nervios.
—¿¡Intentas manipularme!? ¿Qué pretendes? —exigió saber, balbuceando—. Llevo muchos años con este tatuaje y nunca ha manifestado ninguna propiedad especial, ninguna anomalía, ¡nada! ¡Lo tengo desde... Desde...!
La voz se le congeló en la garganta. ¿Cómo podía ser? ¿Cómo era posible? ¿Cómo podía ser... que no se acordara de cuándo se había hecho la flor de loto de Tengu? Sus ojos reflejaron la más pura confusión y angustia cuando se fijaron en los de Otohime, casi implorantes. Casi suplicantes por conocer la verdad que para ella parecía evidente pero a Akame se le escapaba. «¿Qué significa esto...?»
—Desde... siempre.