9/07/2019, 11:46
El calor parecía pegar fuerte ese año y Eri, pasándolo con un paipai en su mano derecha de forma eterna y una botella de agua helada en la otra, no se dignaba a salir de casa a no ser que el sol cayese lo suficiente para no morir tostada fuera. También se las había ingeniado lo suficiente para que su casa fuese un refugio oscuro para lograr conservar su poco frescor.
Aquel día, sin embargo, hubo un alto en su rutina, y es que había recibido una carta de Datsue, demasiado formal para su gusto, algo que le resultó extraño viniendo del mismísimo Uchiha. Pegó un mordisco a su polo de limón y caminó descalza desde el recibidor hasta el sofá, donde abrió la nota de nuevo para leerla detenidamente.
—¿Bañarnos a la luz de las estrellas? —preguntó en voz alta, y luego miró con extrañeza su polo por si acaso estaba drogado con algo. ¿Ese era Datsue?
Se encogió de hombros y se fue a su habitación, a ver si podía rescatar algo para el día siguiente.
Tras optar por un vestido sencillo rojo claro sin mangas y unas sandalias cómodas, la chica iba de camino a la casa de Datsue. Si era una fiesta, se esperaba que hubiera más gente, aunque seguía sin entender muy bien a qué venía aquella invitación y su formalidad, por lo que iba a tener una conversación con Datsue en cuanto lo viera.
Jugó con uno de sus mechones de cabello, el cual había dejado parcialmente suelto recogido por una corona trenzada que le recorría todo el pelo por detrás hasta que llegó a la puerta, donde se encontró con un rostro familiar y una no muy conocida.
—¡Hola! —exclamó, de forma amable—. ¿Venís también a la fiesta de Datsue?
Aquel día, sin embargo, hubo un alto en su rutina, y es que había recibido una carta de Datsue, demasiado formal para su gusto, algo que le resultó extraño viniendo del mismísimo Uchiha. Pegó un mordisco a su polo de limón y caminó descalza desde el recibidor hasta el sofá, donde abrió la nota de nuevo para leerla detenidamente.
Hola Eri,
Te escribo para contarte que mañana por la noche tendremos una fiesta veraniega en el jardín de mi casa. Habrá comida, bebida, música y la playa está al lado para bañarnos a la luz de las estrellas. Espero que puedas venir.
Te escribo para contarte que mañana por la noche tendremos una fiesta veraniega en el jardín de mi casa. Habrá comida, bebida, música y la playa está al lado para bañarnos a la luz de las estrellas. Espero que puedas venir.
—¿Bañarnos a la luz de las estrellas? —preguntó en voz alta, y luego miró con extrañeza su polo por si acaso estaba drogado con algo. ¿Ese era Datsue?
Se encogió de hombros y se fue a su habitación, a ver si podía rescatar algo para el día siguiente.
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Tras optar por un vestido sencillo rojo claro sin mangas y unas sandalias cómodas, la chica iba de camino a la casa de Datsue. Si era una fiesta, se esperaba que hubiera más gente, aunque seguía sin entender muy bien a qué venía aquella invitación y su formalidad, por lo que iba a tener una conversación con Datsue en cuanto lo viera.
Jugó con uno de sus mechones de cabello, el cual había dejado parcialmente suelto recogido por una corona trenzada que le recorría todo el pelo por detrás hasta que llegó a la puerta, donde se encontró con un rostro familiar y una no muy conocida.
—¡Hola! —exclamó, de forma amable—. ¿Venís también a la fiesta de Datsue?