12/07/2019, 05:35
Pero Amenokami no era un Dios receloso. Era perfectamente capaz de permitirle a Raijin prestarle su poder a Daruu. Agua y rayo, mano a mano, evocándose en un enorme géiser cuyas vibraciones no se hicieron notar sino hasta que el poderoso torrente de agua rompió la tierra e impactó, en perpendicular, al cuerpo de Nioka, que a pesar de ser una mole, se eriguió como pluma y se arrastró a séis lejanos metros —añadidos a los dos que ya le separaban previamente de su silente enemigo—. retorciéndose por el suelo entre espasmos causados por el raiton.
El cuerpo la Náyade quedó inerte, allá en el suelo, sin moverse. Daruu podía calcular más o menos en dónde había caído su víctima, pero por la falta de movimiento; le era imposible descifrar el desenlace de su majestuosa combinación de técnicas.
Ayame, por otra parte, libraba su propia guerra ante las injusticias del universo. La guardiana se embarcó tan ajena a todo lo sucedido e apenas unos cuántos metros de ella, en su propio ajuste de cuentas; que no era sino la tarea de destruir de una vez por todas el gran patrimonio de las Náyades: los ojos de docenas de poseedores de Doojutsu que habían perdido los poderosos regalos de la genética a manos de tan despiadado grupo de mujeres. Una acción noble, si pensabas que cada uno de los legítimos dueños de esos ojos se habían ido de vuelta al barro. Lo más lógico es que sus ojos también lo hicieran. Otros, no obstante, habrían elegido una opción mucho más profesional. El mérito de devolver ese botín a las manos correctas, como su aldea, por ejemplo, habría sido digno de destacar. Era una misión de asesinato, desde luego, pero si tenías la oportunidad de recuperar propiedad ajena, y una que además era absolutamente valiosa en los tiempos que se avecinaban...
Una lástima.
En un grito que reflejaba la más pura de las iras, y por la más simple de las intuiciones —pudiendo recordar en dónde es que debía estar el carromato después de que se detuviera tras el accidente provocado por su gelatina—. dio con la parte posterior del carruaje, y golpeó de lleno en él. La fuerza concedida por la concentración de humedad hizo añicos la madera. También todo lo que había dentro. Aquellos frascos que aún seguían intactos se partieron, y Ayame se llevó un par de cortes profundos a causa de algunos vidrios descontentos.
El cuerpo la Náyade quedó inerte, allá en el suelo, sin moverse. Daruu podía calcular más o menos en dónde había caído su víctima, pero por la falta de movimiento; le era imposible descifrar el desenlace de su majestuosa combinación de técnicas.
Ayame, por otra parte, libraba su propia guerra ante las injusticias del universo. La guardiana se embarcó tan ajena a todo lo sucedido e apenas unos cuántos metros de ella, en su propio ajuste de cuentas; que no era sino la tarea de destruir de una vez por todas el gran patrimonio de las Náyades: los ojos de docenas de poseedores de Doojutsu que habían perdido los poderosos regalos de la genética a manos de tan despiadado grupo de mujeres. Una acción noble, si pensabas que cada uno de los legítimos dueños de esos ojos se habían ido de vuelta al barro. Lo más lógico es que sus ojos también lo hicieran. Otros, no obstante, habrían elegido una opción mucho más profesional. El mérito de devolver ese botín a las manos correctas, como su aldea, por ejemplo, habría sido digno de destacar. Era una misión de asesinato, desde luego, pero si tenías la oportunidad de recuperar propiedad ajena, y una que además era absolutamente valiosa en los tiempos que se avecinaban...
Una lástima.
En un grito que reflejaba la más pura de las iras, y por la más simple de las intuiciones —pudiendo recordar en dónde es que debía estar el carromato después de que se detuviera tras el accidente provocado por su gelatina—. dio con la parte posterior del carruaje, y golpeó de lleno en él. La fuerza concedida por la concentración de humedad hizo añicos la madera. También todo lo que había dentro. Aquellos frascos que aún seguían intactos se partieron, y Ayame se llevó un par de cortes profundos a causa de algunos vidrios descontentos.