17/11/2015, 13:07
—¿Una letra muy recta, como de imprenta? —se apresuró a destacar Daruu—. Lo digo porque a mí me han dejado otra
Ayame asintió enérgicamente. Hasta el momento no se le había ocurrido tal comparativa, pero lo cierto era que los grafemas de aquella carta estaban escritos de una manera tan firme y rectilínea que, efectivamente, sólo podría pensarse que habría salido de algún tipo de imprenta.
Sin embargo, el pelirrojo no parecía tan convencido. Sus ojos de esmeralda intercambiaban miradas recelosas entre Daruu y Ayame, y ella no pudo evitar estremecerse ligeramente cuando sus ojos se encontraron.
—Bien podéis tener razón, o bien podéis estar mintiéndome señorita, todos hemos recibido la nota, o bien podría ser que hubieseis sido vosotros y que estáis fingiendo ante mi, que todo esto no os huela a trampa es lo que os hace mas sospechosos, incluso puede que no hayáis sido vos, pero quien me dice que no sois cómplice? Lo único que no comprendo es por que querríais arrebatarme mis pertenencias, no parecéis el tipo el tipo de personas que cometen tales fechorías, sin embargo no puedo fiarme de vosotros por ese mero hecho, bien pueden ser solo las apariencias
De nuevo, aquel tinte arcaico en sus palabras. Ayame se adelantó para replicar, pero apenas había tenido tiempo para tomar aire cuando Daruu se le adelantó. Como si hubiese leído sus pensamientos:
—¿Y quién ha dicho que esto no nos huela a una trampa? —contestó Daruu—. Claro que me huele a trampa. Me ha olido a trampa desde el principio.
—¿Y por qué querría yo robaros las bandanas? ¡Es absurdo! —completó Ayame, casi ofendida por la suposición.
—A ver, mi madre me ha soltado una chorrada misteriosa y me ha puesto una nota para que fuese a buscar mi bandana —divagó Daruu, desviando la vista hacia el cielo, e inmediatamente bajó la mirada al suelo en cuanto las gotas de lluvia se le metieron en los ojos—. Tsk, maldita lluvia. El caso, la nota parecía escrita por una persona distinta. Llamadme loco, pero o esto es un juego de nuestras familias, o de la Academia, o de ambos. Yo qué sé, estoy hecho un lío.
El chico se dejó caer sobre una roca con gesto abatido, y Ayame se llevó el dedo pulgar a los labios.
[sub]—De hecho, creía que todo tenía que ver con alguna excursión extraña, o un entrenamiento, o alguna cosa rara que tenía planeado mi madre. Pero ahora que estáis aquí vosotros dos con el mismo problema, no creo que sólo tenga que ver conmigo.
—No lo sé... A decir verdad, he visto la nota nada más despertarme y he venido directa aquí. No he llegado a cruzarme con mi familia... —murmuraba, casi para sí misma. Entonces levantó la mirada hacia sus compañeros y agitó una mano en el aire—. Pero no lo entiendo, ¿por qué iba a ser un juego de nuestras familias? Aunque tú y yo somos vecinos, Daruu-san, por mi parte apenas conozco a la familia de...
Se interrumpió bruscamente. Y aunque al principio fue un silencio dubitativo porque no recordaba el nombre del pelirrojo, enseguida se convirtió en un silencio tosco y alarmado.
—¡Cuidado!
Su advertencia llegó demasiado tarde. El vuelo rasante de un cuerpo blanco y emplumado pasó a escasos milímetros de la cabeza de Daruu, apenas rozando sus cabellos. El ave corrijo la trayectora grácil y elegantemente y se alzó en altura antes de pasar por encima de los otros dos muchachos y terminar posándose en una rama de una de las coníferas que les rodeaban.
El ulular del búho repiqueteó como una campana en sus oídos. Era un animal espléndido, de plumas blancas como la nieve y un tamaño que muchos tildarían de sobrenatural. Sus ojos, bañados en hielo, parecían mirarlos de forma burlona.
—¿Un búho nival...? —murmuró Ayame, y justo entonces se fijó en un detalle que le hizo contener la respiración—. ¡Mirad! ¡Entre sus patas!
El búho llevaba agarrado un papel, blanco y arrugado. Muy similar a los que tenían ellos tres.