15/07/2019, 22:48
El rostro normalmente sereno y reflexivo de Akame reflejó durante unos instantes de inevitable debilidad la profunda zozobra que le sacudía hasta las entrañas. Se sintió, allí frente a esas dos mujeres, indefenso e ignorante. Frente a la verdad que ellas parecían saber con total certeza y él sólo intuía, su entereza era como una cáscara de nuez en mitad del temporal; minúscula, inútil, sujeta a los caprichosos vaivenes de la tormenta. Todo cuanto le quedaba era rezar —si es que todavía recordaba cómo— para salir bien parado de semejante oleaje. Odió sentirse de tal forma, y sin embargo no encontró el modo de cambiar su suerte. No en ese preciso instante... Él, que siempre tenía un plan. Se vió de nuevo arrastrado a su destino por hilos ajenos, como cuando había sido asesinado irremediablemente y traído a la vida por su maestra.
Akame bajó los hombros. Durante aquellos instantes, fue la viva imagen de alguien derrotado. Luego su mente, tan testaruda y terca como una mula vieja, rápidamente activó los mecanismos de supervivencia que tanto caracterizan al ser humano. Y valiéndose de su buena capacidad intelectual, elaboró rápidamente un plan de ataque que pretendía dar sentido a lo inexplicable.
—Ellos... ¡Fueron ellos! ¡Fueron ellos, joder, está claro! —estalló de repente, como una ristra de petardos—. Esos hijos de puta... ¿Quién si no? Sabían que no podrían conmigo. Sabían que volvería, de algún modo lo sabían. ¿Dices que mis recuerdos han sido alterados? Tengo claros a los culpables... Sarutobi Hanabi y sus súbditos.
El Uchiha se revolvió, como si le diera asco el sólo pronunciarlo. ¿Tan grande era el alcance de la traición que había sufrido? ¿Cómo habrían jugado con su mente? Sea como fuere, no le costó tomar la decisión. Hizo lo único que realmente sabía hacer; apretar los dientes y seguir hacia delante. Siempre hacia delante.
—Hazlo.
Akame bajó los hombros. Durante aquellos instantes, fue la viva imagen de alguien derrotado. Luego su mente, tan testaruda y terca como una mula vieja, rápidamente activó los mecanismos de supervivencia que tanto caracterizan al ser humano. Y valiéndose de su buena capacidad intelectual, elaboró rápidamente un plan de ataque que pretendía dar sentido a lo inexplicable.
—Ellos... ¡Fueron ellos! ¡Fueron ellos, joder, está claro! —estalló de repente, como una ristra de petardos—. Esos hijos de puta... ¿Quién si no? Sabían que no podrían conmigo. Sabían que volvería, de algún modo lo sabían. ¿Dices que mis recuerdos han sido alterados? Tengo claros a los culpables... Sarutobi Hanabi y sus súbditos.
El Uchiha se revolvió, como si le diera asco el sólo pronunciarlo. ¿Tan grande era el alcance de la traición que había sufrido? ¿Cómo habrían jugado con su mente? Sea como fuere, no le costó tomar la decisión. Hizo lo único que realmente sabía hacer; apretar los dientes y seguir hacia delante. Siempre hacia delante.
—Hazlo.