17/07/2019, 21:13
—¡Hola! ¿Eri? —preguntó el chico, ganándose una inclinación afirmativa de cabeza como signo de que había dado en el clavo—. Perdona, no se me dan muy bien los nombres. Ella es Sakura.
—Hola, encantada. Disculpa al señorito Reiji, entrena mucho el cuerpo y muy poco la mente.
El susodicho replicó contra la muchacha, pero Eri restó importancia moviendo su mano frente al rostro.
—Encantada, Sakura-san —asintió de nuevo con la cabeza con cortesía antes de que...
La voz melosa de Datsue —probablemente endulzada con algo de alcohol— inundó sus oídos mientras cantaba una canción que ella reconocía bien poco, entonándole un verso a Reiji quien estaba casi más extrañado que ella, aunque eso mismo era lo que se esperaba ver de Datsue.
—¡Sakura! ¡Qué bueno verte! ¡Pasa, pasa! ¡Eri-chan! ¡Cuánto tiempo! ¡Adelante, adelante!
El olor a chorizo inundó las fosas nasales de la Uzumaki, quien no necesitó más invitación y pronto sus sospechas pasaron a un segundo plano, acercándose a la parrilla. La voz de Datsue seguía entonando aquella canción que sonaba en el aparato de música cerca de donde provenía el olor maravilloso de la parrilla, pero a ella le daba igual, el olfato ganaba frente al oído.
—No, en serio, chicos. ¿Daiquiri o sangría?
—¡Quiero probar el Daiquiri! —exclamó la pelirroja buscando algo con lo que dar la vuelta a los choricitos muy, pero que muy interesada por su cocción—. Por cierto, ¿no has invitado a Nabi? —preguntó, acordándose del Inuzuka y su fiel acompañante.
—Hola, encantada. Disculpa al señorito Reiji, entrena mucho el cuerpo y muy poco la mente.
El susodicho replicó contra la muchacha, pero Eri restó importancia moviendo su mano frente al rostro.
—Encantada, Sakura-san —asintió de nuevo con la cabeza con cortesía antes de que...
La voz melosa de Datsue —probablemente endulzada con algo de alcohol— inundó sus oídos mientras cantaba una canción que ella reconocía bien poco, entonándole un verso a Reiji quien estaba casi más extrañado que ella, aunque eso mismo era lo que se esperaba ver de Datsue.
—¡Sakura! ¡Qué bueno verte! ¡Pasa, pasa! ¡Eri-chan! ¡Cuánto tiempo! ¡Adelante, adelante!
El olor a chorizo inundó las fosas nasales de la Uzumaki, quien no necesitó más invitación y pronto sus sospechas pasaron a un segundo plano, acercándose a la parrilla. La voz de Datsue seguía entonando aquella canción que sonaba en el aparato de música cerca de donde provenía el olor maravilloso de la parrilla, pero a ella le daba igual, el olfato ganaba frente al oído.
—No, en serio, chicos. ¿Daiquiri o sangría?
—¡Quiero probar el Daiquiri! —exclamó la pelirroja buscando algo con lo que dar la vuelta a los choricitos muy, pero que muy interesada por su cocción—. Por cierto, ¿no has invitado a Nabi? —preguntó, acordándose del Inuzuka y su fiel acompañante.