17/07/2019, 21:38
(Última modificación: 17/07/2019, 21:39 por Inuzuka Nabi.)
«¡Nabi! ¡Que yo sé que he nacido para ser millonario!
¡Como si lloviera lanzando los billetes por los aires!
Un día por Yugakure al siguiente por Kasukami
Siempre bien escoltado, ¡a prueba de kunais!»
Torcí el gesto ante el aberrante canturreo que estaba entonando aquel desgraciado a través del sello. Ya está, estaba drogado hasta las cejas. ¿Lo habrían drogado o lo habría hecho él solito? Para qué engañarnos, si le habían ofrecido droga gratis seguramente no hubiese sido capaz de rechazarla. Perfecto, ahora teníamos en la villa a un jinchuriki Uchiha loco y poderoso sin ningún tipo de control sobre sí mismo, ya no digamos sobre su bicho.
Íbamos saltando de tejado en tejado y al oir el canturreo Stuffy casi se mata del dolor que le había provocado el desafinamiento general en la voz de Datsue. Por suerte, quedaba poco para llegar a la casa.
Desde el tejado no me fue dificil localizar al objetivo. Había un corro de gente en todo el medio del jardín y el Uchiha, como poseido por un demonio, no dejaba de moverse, como si el solo hecho de estar de pie le costase un esfuerzo. ¿Rehenes o los captores? No lo sabía y tampoco había tiempo para averiguarlo. Salté sobre él desde un tejado colindante, con fuerza, con decisión y un grito de batalla.
— ¡¡¡¡¡DATSUEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!
Stuffy me siguió con la misma decisión pero con el grito de batalla de un ladrido mal explicado. Yo caí encima del Uchiha deteniendo su posesión infernal y preparandome para el exorcismo. Pero el perro cayó encima mio, y ya no era un cachorro, era una masa de kilos y kilos de pelo.
Cuando logré quitarmelo de encima vi con más atención a los presentes.
— Hey, Eri. Y gente. ¿Qué tal? — levanté la mano para saludar, aún sentado encima del borracho.
¡Como si lloviera lanzando los billetes por los aires!
Un día por Yugakure al siguiente por Kasukami
Siempre bien escoltado, ¡a prueba de kunais!»
Torcí el gesto ante el aberrante canturreo que estaba entonando aquel desgraciado a través del sello. Ya está, estaba drogado hasta las cejas. ¿Lo habrían drogado o lo habría hecho él solito? Para qué engañarnos, si le habían ofrecido droga gratis seguramente no hubiese sido capaz de rechazarla. Perfecto, ahora teníamos en la villa a un jinchuriki Uchiha loco y poderoso sin ningún tipo de control sobre sí mismo, ya no digamos sobre su bicho.
Íbamos saltando de tejado en tejado y al oir el canturreo Stuffy casi se mata del dolor que le había provocado el desafinamiento general en la voz de Datsue. Por suerte, quedaba poco para llegar a la casa.
Desde el tejado no me fue dificil localizar al objetivo. Había un corro de gente en todo el medio del jardín y el Uchiha, como poseido por un demonio, no dejaba de moverse, como si el solo hecho de estar de pie le costase un esfuerzo. ¿Rehenes o los captores? No lo sabía y tampoco había tiempo para averiguarlo. Salté sobre él desde un tejado colindante, con fuerza, con decisión y un grito de batalla.
— ¡¡¡¡¡DATSUEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!
Stuffy me siguió con la misma decisión pero con el grito de batalla de un ladrido mal explicado. Yo caí encima del Uchiha deteniendo su posesión infernal y preparandome para el exorcismo. Pero el perro cayó encima mio, y ya no era un cachorro, era una masa de kilos y kilos de pelo.
Cuando logré quitarmelo de encima vi con más atención a los presentes.
— Hey, Eri. Y gente. ¿Qué tal? — levanté la mano para saludar, aún sentado encima del borracho.
—Nabi—