28/07/2019, 06:29
(Última modificación: 30/07/2019, 04:36 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
¡Plas!
Una palmada al unísono impactó en aquellos dos pobres hombres, que desaparecieron en un destello sangriento. El mundo giró alrededor de ellos, y lo que realmente sucedió en apenas un segundo, para el viejo y el mafioso se sintió como un eterno viaje hacia un lejano cosmos que acabó con un aparatoso aterrizaje en el frío, húmedo y mohoso suelo de algún calabozo desconocido. Ryaku vomitó en cuanto sintió el mareo atizarle la cabeza, y cuando acabó de potar, se arrastró como un bebé hacia alguna esquina cercana, abrazándose a sí mismo, como un niño pequeño. Al frente tenía a la misma cría, aunque no se estaba quieta. Se movía. Se movía. El anciano decrépito sufría los mismos efectos, pero su cuerpo estaba lo suficientemente desgastado como para no tener la energía para responder apropiadamente. Tan solo se quedó tendido y sollozo, tratando de entender qué estaba sucediendo. ¿Cómo estarían sus yeguas? era la única pregunta que pasaba por su vetusta conciencia.
¿Y Ayame? Ayame estaba exhausta. Como nunca antes lo había estado en su vida. Tan cansada que su clon desapareció apenas pisó una de las celdas y dejó a la original con la carga comulgada de todas sus decisiones en los momentos de mayor tensión. Esas dos invocaciones sangrientas le habían consumido toda su energía, y aunque se sabía ligeramente esperanzada en que podía contar con las reservas de su bijuu, la realidad es que no era su chakra el único aspecto afectado. Si ya de por sí la guardiana era una kunoichi de poco aguante, una seguidilla de sunshin y la técnica creada por Daruu bastó para dejarla a merced de aquella celda que bien podría traerle recuerdos. Muchos recuerdos. Unos malos. Otros buenos.
Una voz estridente llamó su atención entre los fríos barrotes. Una mujer trataba de abrir la reja a toda prisa.
—¡Guardiana, guardiana! ¡¿está usted bien?!
. . .
Daruu decidió batirse en un concurso de miradas entre él y Nioka. Movió su cuerpo con una ligereza abrumadora y dejó que el hacha siguiera su curso. Tres segundos después, ya Nioka estaba a una zancada de él con el brazo izquierdo haciendo el amague para impactar su puño contra el rostro de aquél niñato entrometido.