3/08/2019, 15:51
—¿Ese sello? ¿Ese sello de la amejin? ¡Ja! —rio Mishiko, esta vez observando a Datsue con una atención mucho más (y de forma evidente) positiva. Algo de lo que había dicho le había hecho cambiar de postura a medio discurso—. Ese sello sólo consiguió funcionar a pleno rendimiento con nuestra ayuda.
—Aunque has de reconocer que ya era toda una obra de arte. Y una buena idea —añadió Ryoukajiin, rompiendo una lanza a favor de Amegakure.
—Yo también eché de menos una respuesta más contundente, Datsue-kun —sonrió Mishiko, ignorando por completo la puntualización de Ryoukajiin—. Me alegra ver que no fui la única.
—Pero la respuesta de Hanabi fue la apropiada —intervino Sanona.
—Así es. Mi corazón pedía ganarles. Ganar una batalla, dos, quien sabe si una guerra. Pero mi cerebro sabía que había mucho más que podíamos perder.
—Un líder debe tener un corazón fuerte, de eso no hay duda. Pero a veces, su cerebro debe ganarle la batalla a su corazón. Algunos se apoyan en consejeros mucho más templados que ellos. Otros en un Consejo. Es lo primero que has dicho —añadió Ryoukajiin.
—Es importante que un líder busque siempre la paz, el orden, la estabilidad —dijo Sanona, complacida—. Esta última intervención tuya me ha convencido.
—Supongo que habrá tiempo para comprobar si tus acciones corroboran tus palabras, Uchiha —dijo finalmente Mishiko—. Empezando por hoy mismo. —Entrelazó las manos, apoyó los codos en el escritorio y sonrió. A Datsue le pareció ver un brillo de astuta malicia en sus ojos.
Ryoukajiin la miró brevemente, perspicaz. Pero ignoró sus últimas palabras por un momento y se dirigió a Datsue:
—Y hablando de Fuuinjutsu, hijo —suspiró—. Hanabi-kun no es muy ducho en ellos, algo que nos entristece. Todos los Uzukage hasta él fueron hábiles con las Técnicas de Sellado. ¿Y tú? ¿Qué sabes al respecto?
—Aunque has de reconocer que ya era toda una obra de arte. Y una buena idea —añadió Ryoukajiin, rompiendo una lanza a favor de Amegakure.
—Yo también eché de menos una respuesta más contundente, Datsue-kun —sonrió Mishiko, ignorando por completo la puntualización de Ryoukajiin—. Me alegra ver que no fui la única.
—Pero la respuesta de Hanabi fue la apropiada —intervino Sanona.
—Así es. Mi corazón pedía ganarles. Ganar una batalla, dos, quien sabe si una guerra. Pero mi cerebro sabía que había mucho más que podíamos perder.
—Un líder debe tener un corazón fuerte, de eso no hay duda. Pero a veces, su cerebro debe ganarle la batalla a su corazón. Algunos se apoyan en consejeros mucho más templados que ellos. Otros en un Consejo. Es lo primero que has dicho —añadió Ryoukajiin.
—Es importante que un líder busque siempre la paz, el orden, la estabilidad —dijo Sanona, complacida—. Esta última intervención tuya me ha convencido.
—Supongo que habrá tiempo para comprobar si tus acciones corroboran tus palabras, Uchiha —dijo finalmente Mishiko—. Empezando por hoy mismo. —Entrelazó las manos, apoyó los codos en el escritorio y sonrió. A Datsue le pareció ver un brillo de astuta malicia en sus ojos.
Ryoukajiin la miró brevemente, perspicaz. Pero ignoró sus últimas palabras por un momento y se dirigió a Datsue:
—Y hablando de Fuuinjutsu, hijo —suspiró—. Hanabi-kun no es muy ducho en ellos, algo que nos entristece. Todos los Uzukage hasta él fueron hábiles con las Técnicas de Sellado. ¿Y tú? ¿Qué sabes al respecto?
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