3/08/2019, 19:47
(Última modificación: 3/08/2019, 19:56 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—Ok. Quédese aquí. Descanse. Yo veré a quién encuentro disponible.
—Gracias... Gracias... —Ayame se obligó a sonreír, y no disimuló el alivio que sentía, camuflándolo a una razón muy diferente a la real.
Sentada en aquel taburete, esperó. Esperó a que la carcelera hubiese desaparecido de su vista y a que el sonido de sus pasos se perdiera en la distancia. Sólo entonces se permitió el lujo de lanzar un profundo suspiro.
Era el momento.
Y comenzó a entrelazar las manos con cierta parsimonia.
Era consciente de que no tenía la suficiente energía para realizar el camino de vuelta, pero ella no era una kunoichi cualquiera. Ella tenía acceso a un reservorio extra de chakra que se entrelazaba de forma natural con su propia energía desde el mismo momento en el que decidieron unirlas. Era el chakra del bijuu que residía en su interior, el chakra de Kokuo. Ayame se había jurado no utilizar jamás el poder de Kokuo, pero aquel era un chakra que les pertenecía a ambas, pues era el lazo que las unía.
«No puedo dejarle allí, Kokuo... No puedo. ¡No me lo perdonaría si le pasara algo!»
Una energía de color blanquecino envolvió su cuerpo y, con una última palmada, Ayame volvió a desaparecer con un destello rojizo.
Una pequeña nube de humo estalló de nuevo en los campos de trigo de las afueras de Shinogi-to, y una exhausta Ayame apareció allí, justo donde se había cortado con su propio kunai minutos atrás. Gateando, temblando con violencia, resollando como nunca lo había hecho, la muchacha tomó el cuchillo con manos débiles...
Y buscó con desesperación cualquier rastro de Nioka o de Daruu.
—Gracias... Gracias... —Ayame se obligó a sonreír, y no disimuló el alivio que sentía, camuflándolo a una razón muy diferente a la real.
Sentada en aquel taburete, esperó. Esperó a que la carcelera hubiese desaparecido de su vista y a que el sonido de sus pasos se perdiera en la distancia. Sólo entonces se permitió el lujo de lanzar un profundo suspiro.
Era el momento.
Y comenzó a entrelazar las manos con cierta parsimonia.
Era consciente de que no tenía la suficiente energía para realizar el camino de vuelta, pero ella no era una kunoichi cualquiera. Ella tenía acceso a un reservorio extra de chakra que se entrelazaba de forma natural con su propia energía desde el mismo momento en el que decidieron unirlas. Era el chakra del bijuu que residía en su interior, el chakra de Kokuo. Ayame se había jurado no utilizar jamás el poder de Kokuo, pero aquel era un chakra que les pertenecía a ambas, pues era el lazo que las unía.
«Señorita, no debería...»
«No puedo dejarle allí, Kokuo... No puedo. ¡No me lo perdonaría si le pasara algo!»
Una energía de color blanquecino envolvió su cuerpo y, con una última palmada, Ayame volvió a desaparecer con un destello rojizo.
FSUM
Una pequeña nube de humo estalló de nuevo en los campos de trigo de las afueras de Shinogi-to, y una exhausta Ayame apareció allí, justo donde se había cortado con su propio kunai minutos atrás. Gateando, temblando con violencia, resollando como nunca lo había hecho, la muchacha tomó el cuchillo con manos débiles...
Y buscó con desesperación cualquier rastro de Nioka o de Daruu.