19/08/2019, 10:13
Una oleada de mala suerte sacudió el ferrocarril haciendo a la kunoichi del Remolino perder el equilibrio, sin embargo el ángel de la Lluvia que iba detrás la salvó de la caída empujándola al siguiente vagón, y Eri suspiró con alivio mientras notaba como Mogura pasaba el último.
—E... ¿Estáis bien...?
Eri asintió y sonrió con algo de vergüenza.
—Sí, gracias por ayudarme.
Entraron al vagón y lo encontraron exactamente igual que el anterior donde ellos se habían sentado, sin embargo, eso no impidió a Eri pasearse por el pasillo mientras observaba comprobando que todo estuviera en su sitio.
—E... ¿Estáis bien...?
Eri asintió y sonrió con algo de vergüenza.
—Sí, gracias por ayudarme.
Entraron al vagón y lo encontraron exactamente igual que el anterior donde ellos se habían sentado, sin embargo, eso no impidió a Eri pasearse por el pasillo mientras observaba comprobando que todo estuviera en su sitio.