21/08/2019, 01:07
Sintió que se moría. No de dolor, ni por desfallecimiento, sino por una profunda y desmedida angustia. El pecho no le dolía por la espada que le acababa de atravesar, sino por la desesperación de creerse muerto. Qué idiota. ¿Cómo podía haber pensado que iba a sobrevivir a algo así? Le habían engañado como a un tonto, y había caído de lleno.
Y de pronto, su piel vibró. Una llamita de esperanza se iluminó en su tormento. Sus sellos le dolían, y eso era bueno. Eso era que algo le estaban haciendo. Algo distinto a matarle.
Hasta que empezó a sangrar. ¿¡Cómo podía haber sido tan necio!? ¡Pues claro que no le habían engañado! Aquella era una prueba, una prueba mediante un fuuinjutsu. Y resultaba que él, simplemente, no era digno de superarla.
Desesperado, trató de taponar la herida con sus propias manos. Pero se le escurrían entre los dedos, en chorros tan fuertes que empapaban sus ropas como si estuviese bajo las Cascadas del Mar. ¿Cuánta sangre era capaz de seguir bombeando su corazón? ¿Cuántos litros se suponía que tenía una persona normal? ¿Por qué cojones no se daba muerto? Era tal su miedo a morir, que el Uchiha despegó las manos y dejó que la sangre saliese a gusto. Sí, así hizo, porque prefería que sucediese cuanto antes a tener que aguantar un solo segundo más con aquel terror invadiéndole el cuerpo, sin saber si aquel iba a ser el preciso instante en que Izanami, susurrándole al oído, le diese su invitación.
Se mareó. Creyó que iba a desmayarse. La sangre formaba una espiral. Todo terminaba al fin.
Aunque… La sangre formaba… ¿una espiral?
«¿Qué?»
Una voz sonó en todos los rincones de la sala y en ninguno al mismo tiempo. Una voz masculina, que rajó su alma de arriba abajo para luego destriparla, sacando una a una los ingredientes más importantes que la componían. Mentiroso. Ambicioso. Problemático. Orgulloso… Ingredientes agrios, pero que cocinados correctamente dejaba un buen sabor de boca.
La voz quiso añadir un último ingrediente, con que el Uchiha no contaba hasta entonces: a sí mismo.
Y como si aquellas últimas palabras fuesen las de un conjuro, el tiempo pareció retroceder. La sangre volvió a su cuerpo, las letras del fuuinjutsu regresaron a su posición, e incluso su herida, profunda y mortal, desapareció sin dejar ni una sola cicatriz.
Cuando tomó una bocanada de aire, se dio cuenta que llevaba lo que le parecía una eternidad sin respirar. Alzó la vista, y vio una mano. La tomó. Y cuando se levantó, algo en él había cambiado. No, no cambiado. Simplemente… agregado. Aún cuando lo que acababa de vivir era para pasarse una noche entera con el corazón desbocado, se sintió extrañamente tranquilo. Como en paz consigo mismo… y con el resto.
—P... perdóname.
Datsue negó con la cabeza.
—Al contrario, gracias. Aunque me intentase mostrar seguro, yo también era un mar de dudas. Sobre muchas cosas. —Sobre Akame. Sobre Yui. Sobre sí mismo. ¿Ir a por él y matarle? ¿Retarla a un duelo como le había dicho a Daruu y Ayame? ¿Estaba creciendo, o tan solo era otra más de sus mentiras, contada a sí mismo?—. Y no sé cómo explicarlo, pero… Esta… prueba, me ha servido para abrirme a mí también los ojos. Ya no tengo dudas.
»Y veo que tú tampoco —no pudo evitar añadir, con una sonrisa genuina.
Y de pronto, su piel vibró. Una llamita de esperanza se iluminó en su tormento. Sus sellos le dolían, y eso era bueno. Eso era que algo le estaban haciendo. Algo distinto a matarle.
Hasta que empezó a sangrar. ¿¡Cómo podía haber sido tan necio!? ¡Pues claro que no le habían engañado! Aquella era una prueba, una prueba mediante un fuuinjutsu. Y resultaba que él, simplemente, no era digno de superarla.
Desesperado, trató de taponar la herida con sus propias manos. Pero se le escurrían entre los dedos, en chorros tan fuertes que empapaban sus ropas como si estuviese bajo las Cascadas del Mar. ¿Cuánta sangre era capaz de seguir bombeando su corazón? ¿Cuántos litros se suponía que tenía una persona normal? ¿Por qué cojones no se daba muerto? Era tal su miedo a morir, que el Uchiha despegó las manos y dejó que la sangre saliese a gusto. Sí, así hizo, porque prefería que sucediese cuanto antes a tener que aguantar un solo segundo más con aquel terror invadiéndole el cuerpo, sin saber si aquel iba a ser el preciso instante en que Izanami, susurrándole al oído, le diese su invitación.
Se mareó. Creyó que iba a desmayarse. La sangre formaba una espiral. Todo terminaba al fin.
Aunque… La sangre formaba… ¿una espiral?
«¿Qué?»
Eres un chico charlatán, metomentodo y liante.
Una voz sonó en todos los rincones de la sala y en ninguno al mismo tiempo. Una voz masculina, que rajó su alma de arriba abajo para luego destriparla, sacando una a una los ingredientes más importantes que la componían. Mentiroso. Ambicioso. Problemático. Orgulloso… Ingredientes agrios, pero que cocinados correctamente dejaba un buen sabor de boca.
La voz quiso añadir un último ingrediente, con que el Uchiha no contaba hasta entonces: a sí mismo.
Larga vida a Uzushiogakure.
Y como si aquellas últimas palabras fuesen las de un conjuro, el tiempo pareció retroceder. La sangre volvió a su cuerpo, las letras del fuuinjutsu regresaron a su posición, e incluso su herida, profunda y mortal, desapareció sin dejar ni una sola cicatriz.
Cuando tomó una bocanada de aire, se dio cuenta que llevaba lo que le parecía una eternidad sin respirar. Alzó la vista, y vio una mano. La tomó. Y cuando se levantó, algo en él había cambiado. No, no cambiado. Simplemente… agregado. Aún cuando lo que acababa de vivir era para pasarse una noche entera con el corazón desbocado, se sintió extrañamente tranquilo. Como en paz consigo mismo… y con el resto.
—P... perdóname.
Datsue negó con la cabeza.
—Al contrario, gracias. Aunque me intentase mostrar seguro, yo también era un mar de dudas. Sobre muchas cosas. —Sobre Akame. Sobre Yui. Sobre sí mismo. ¿Ir a por él y matarle? ¿Retarla a un duelo como le había dicho a Daruu y Ayame? ¿Estaba creciendo, o tan solo era otra más de sus mentiras, contada a sí mismo?—. Y no sé cómo explicarlo, pero… Esta… prueba, me ha servido para abrirme a mí también los ojos. Ya no tengo dudas.
»Y veo que tú tampoco —no pudo evitar añadir, con una sonrisa genuina.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado