24/08/2019, 16:49
Todavía lívida, Mishiko se limitó a negar con la cabeza. Se acercó a la Hoja, la tomó por el mango y se dirigió en silencio hacia el estrado. Sólo cuando se hubo sentado en su sitio, después de colocar el artefacto en su correspondiente vitrina, volvió a hablar.
—Tienes mi beneplácito.
Ryoukajiin se aclaró la garganta.
—Eh... esto... sí. Bueno. Tienes el beneplácito de los tres, entonces. Sigue trabajando para Uzushiogakure, chico. Y Uzushiogakure, algún día, proveerá. —Los tres del Consejo de Sabios se levantaron e hicieron una reverencia respetuosa—. Puedes marchar. Seguro que Hanabi anda preocupado, anda, ve con él.
Y así era.
Hanabi, nada más verlo salir por la puerta, se había lanzado sobre él. A abrazarle, como a un hijo que no ves en mucho tiempo. Inmediatamente se había aclarado la garganta, apartándose, y adoptando una rigidez más bien artificial.
—¡Datsue! ¿Qué ha pasado? ¿Por qué han tardado tanto? ¿Cómo ha ido? —avasalló.
—Tienes mi beneplácito.
Ryoukajiin se aclaró la garganta.
—Eh... esto... sí. Bueno. Tienes el beneplácito de los tres, entonces. Sigue trabajando para Uzushiogakure, chico. Y Uzushiogakure, algún día, proveerá. —Los tres del Consejo de Sabios se levantaron e hicieron una reverencia respetuosa—. Puedes marchar. Seguro que Hanabi anda preocupado, anda, ve con él.
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Y así era.
Hanabi, nada más verlo salir por la puerta, se había lanzado sobre él. A abrazarle, como a un hijo que no ves en mucho tiempo. Inmediatamente se había aclarado la garganta, apartándose, y adoptando una rigidez más bien artificial.
—¡Datsue! ¿Qué ha pasado? ¿Por qué han tardado tanto? ¿Cómo ha ido? —avasalló.
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