31/08/2019, 02:19
Hanabi contorsionó el rostro formando una mueca de terror cuando Datsue se adelantó y solicitó otra Lengua de Fuego para él. «Bueno, bueno. Supongo que por un día...» Meditó un momento y se le puso la cara blanca. «Aunque espero que no vuelva a ocurrir lo de la última vez en el Valle de los Dojos... Maldito kusareño liante...»
—Bueno, hablar hablar... No fue una conversación propiamente dicha, sino algo unilateral —explicó—. Él... Sacó a relucir mis mayores defectos, y supongo que también mis mayores virtudes. Y dijo que... Que esperaba que usase todo eso en beneficio de la Villa, y que a partir de ahora estaría en mi corazón.
¿Metafóricamente, suponía?
—Y pasó... algo más. Algo muy extraño.
—¿¡Qué, qué!? —exclamó Hanabi—. ¿Qué pasó? Eh... —Hanabi giró el rostro hacia su costado. Takeshi-san acababa de dejarles las nuevas bebidas, y ahora estaba allí plantado con una sonrisa forzadísima y un aparato fotográfico en las manos—. ¿Dis... culpe?
—Disculpe, Uzukage-sama —tartamudeó el dueño del bar—. ¿Se-sería tan amable de hacerse una foto co-co-conmigo?
Hanabi suspiró esbozando una sonrisa y se encogió de hombros.
—Claro, por qué no —dijo, y se levantó para ofrecerle a Takeshi-san su pequeño minuto de gloria. El hombre se alejó dando saltitos.
—¡A esta ronda invita la casa!
—Ay... hay que ver. No soy más que un hombre normal y corriente, pero ya no puedo caminar tranquilamente por mi aldea sin que todo el mundo se vuelva medio loco —Hanabi se sentó de nuevo—. Ese hombre, Takeshi-san. No sabes la de veces que he venido aquí, a tomarme unas copas exactamente igual que estas —Miró a su Lengua de Fuego y la señaló con ambas manos—. Pero claro, entonces era un chuunin, luego un jounin cualquiera. Ahora soy Kage y ya he dejado de ser "Hanabi-kun". Ahora soy Uzukage-sama. Espero que si llegas a tener el sombrero sobre tu cabeza sepas acostumbrarte a esto también. —Sonrió, triste, y dio vueltas al combinado con la pajita—. Bueno, ¿qué pasó? Me tienes en ascuas.
—Bueno, hablar hablar... No fue una conversación propiamente dicha, sino algo unilateral —explicó—. Él... Sacó a relucir mis mayores defectos, y supongo que también mis mayores virtudes. Y dijo que... Que esperaba que usase todo eso en beneficio de la Villa, y que a partir de ahora estaría en mi corazón.
¿Metafóricamente, suponía?
—Y pasó... algo más. Algo muy extraño.
—¿¡Qué, qué!? —exclamó Hanabi—. ¿Qué pasó? Eh... —Hanabi giró el rostro hacia su costado. Takeshi-san acababa de dejarles las nuevas bebidas, y ahora estaba allí plantado con una sonrisa forzadísima y un aparato fotográfico en las manos—. ¿Dis... culpe?
—Disculpe, Uzukage-sama —tartamudeó el dueño del bar—. ¿Se-sería tan amable de hacerse una foto co-co-conmigo?
Hanabi suspiró esbozando una sonrisa y se encogió de hombros.
—Claro, por qué no —dijo, y se levantó para ofrecerle a Takeshi-san su pequeño minuto de gloria. El hombre se alejó dando saltitos.
—¡A esta ronda invita la casa!
—Ay... hay que ver. No soy más que un hombre normal y corriente, pero ya no puedo caminar tranquilamente por mi aldea sin que todo el mundo se vuelva medio loco —Hanabi se sentó de nuevo—. Ese hombre, Takeshi-san. No sabes la de veces que he venido aquí, a tomarme unas copas exactamente igual que estas —Miró a su Lengua de Fuego y la señaló con ambas manos—. Pero claro, entonces era un chuunin, luego un jounin cualquiera. Ahora soy Kage y ya he dejado de ser "Hanabi-kun". Ahora soy Uzukage-sama. Espero que si llegas a tener el sombrero sobre tu cabeza sepas acostumbrarte a esto también. —Sonrió, triste, y dio vueltas al combinado con la pajita—. Bueno, ¿qué pasó? Me tienes en ascuas.