31/08/2019, 04:38
Hacía tiempo.
Hacía tiempo que Ayame había dejado de ser esa semilla temerosa que echa raíz en la seguridad de la cálida tierra. Hacía tiempo que Ayame se había nutrido de sus miedos y de sus experiencias para germinar en esa vívida imagen que se plantaba, decidida y férrea, frente al holograma de Hozuki Shanise. Ante sus ojos, un hermoso lirio se aferraba ahora a sus creencias e imponía su voluntad, con verdades absolutas y análisis metódicos de la situación, aunque con su bondad intrínseca siempre por delante. Oh. Hacía tiempo. Ya no era la niña de antes.
Ahora, actuaba como una kunoichi hecha y derecha. Ahora, no necesitaba que la salvasen de familiares disidentes, del monstruo que vivía en su interior, ni tampoco de sí misma. Ahora, era su momento de brillar con luz propia como la más llena de las lunas.
Él siempre fue así.
Él siempre fue así. Un guerrero decidido, valiente, vivaz. Preocupado, testarudo y cabezón como pocos pueden serlo. Un hijo ejemplar. Un novio atento. Un shinobi sumamente capaz. Quizás no lo sabía, o tal vez no era plenamente consciente de lo bien que estaba haciendo las cosas. De su aporte para que este mundo, loco y repulsivo, fuera, grano a grano, al menos un poco mejor para los más allegados a su corazón. Y vaya, también para los que no. Porque él siempre fue así. Un muchacho sin odio aún y cuando su padre fue un traidor y pagó la pena capital por ello. Un amigo benévolo aún que nunca dejó de ver esa pequeñísimo destello de buena voluntad en quienes menos se lo merecían.
Daruu siempre fue así. Un hombre, que aprendió de las experiencias y que abrió bien los ojos para encontrarse con uno de los momentos cumbres de su vida. El rostro de Ayame era todo lo que necesitaba ver para que todo estuviese bien.
Hozuki Shanise guardó silencio. Y lo hizo porque, llegado este punto, no debía intervenir ni imponer su voluntad. No lo necesitaba. Eso demostraba, de alguna forma, el respeto y la confianza que tenía, aún en su posición de superior, en las decisiones de la guardiana, y uno de sus chunnin promesa.
Hacía tiempo que Ayame había dejado de ser esa semilla temerosa que echa raíz en la seguridad de la cálida tierra. Hacía tiempo que Ayame se había nutrido de sus miedos y de sus experiencias para germinar en esa vívida imagen que se plantaba, decidida y férrea, frente al holograma de Hozuki Shanise. Ante sus ojos, un hermoso lirio se aferraba ahora a sus creencias e imponía su voluntad, con verdades absolutas y análisis metódicos de la situación, aunque con su bondad intrínseca siempre por delante. Oh. Hacía tiempo. Ya no era la niña de antes.
Ahora, actuaba como una kunoichi hecha y derecha. Ahora, no necesitaba que la salvasen de familiares disidentes, del monstruo que vivía en su interior, ni tampoco de sí misma. Ahora, era su momento de brillar con luz propia como la más llena de las lunas.
* * *
Él siempre fue así.
Él siempre fue así. Un guerrero decidido, valiente, vivaz. Preocupado, testarudo y cabezón como pocos pueden serlo. Un hijo ejemplar. Un novio atento. Un shinobi sumamente capaz. Quizás no lo sabía, o tal vez no era plenamente consciente de lo bien que estaba haciendo las cosas. De su aporte para que este mundo, loco y repulsivo, fuera, grano a grano, al menos un poco mejor para los más allegados a su corazón. Y vaya, también para los que no. Porque él siempre fue así. Un muchacho sin odio aún y cuando su padre fue un traidor y pagó la pena capital por ello. Un amigo benévolo aún que nunca dejó de ver esa pequeñísimo destello de buena voluntad en quienes menos se lo merecían.
Daruu siempre fue así. Un hombre, que aprendió de las experiencias y que abrió bien los ojos para encontrarse con uno de los momentos cumbres de su vida. El rostro de Ayame era todo lo que necesitaba ver para que todo estuviese bien.
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Hozuki Shanise guardó silencio. Y lo hizo porque, llegado este punto, no debía intervenir ni imponer su voluntad. No lo necesitaba. Eso demostraba, de alguna forma, el respeto y la confianza que tenía, aún en su posición de superior, en las decisiones de la guardiana, y uno de sus chunnin promesa.