5/09/2019, 19:09
Las réplicas del gobernante de Uzushiogakure caían sobre él como una cascada de mierda, apestosa y maloliente. Lo peor era que Akame no encontraba fuerzas ni palabras para replicarle, que sabía que todo aquello tenía un fundamento, que sabía que entre Chokichi y Kunie —su colaboración era algo que el Uchiha todavía no alcanzaba a encajar de forma coherente, pero a lo largo del tiempo había llegado a la inevitable conclusión de que ella le había suministrado el material para inculparle— le habían tendido una trampa de la que jamás podría salir. A ojos de todo el Remolino, y de la Gran Alianza, era un traidor. Y nunca, jamás de los jamases, podría cambiar eso... ¡Porque él también lo habría pensado de estar en lugar de ellos! ¿Quién iba a creerse su patética historia de agente doble arrepentido y enamorado de su nueva patria?
Mierda. Todo eso era mierda. «Tú no tienes patria, Uchiha Akame. No tienes hogar. Tú decidiste abandonarlo», se reprochó de forma inevitable. Por esa misma razón, cuando el Katon de Hanabi arrasó con su cuerpo, el joven Akame no sintió pesar ni dolor, sino...
Alivio. Por fin dejaría aquella tierra maldita, aquel Valle de Lágrimas.
«Hermano... Yume... Adiós...»
Mierda. Todo eso era mierda. «Tú no tienes patria, Uchiha Akame. No tienes hogar. Tú decidiste abandonarlo», se reprochó de forma inevitable. Por esa misma razón, cuando el Katon de Hanabi arrasó con su cuerpo, el joven Akame no sintió pesar ni dolor, sino...
Alivio. Por fin dejaría aquella tierra maldita, aquel Valle de Lágrimas.
«Hermano... Yume... Adiós...»