5/09/2019, 19:37
Maldito Shukaku. Siempre sabía dónde hacerle daño, y cuándo era el momento oportuno para sacar a relucir el nombre de Akame. Eso sí, el Ichibi también hizo algo bueno por Datsue. Le convenció en apenas un segundo, y mejor que con cualquier charla médica o paternal, de dejar la copa en la barra. ¿Qué se hacía daño al hígado? Bueno, cosas peores le sucedían en una misión. ¿Qué le hacía decir tonterías cuando iba demasiado ebrio? Lo compraba, pero no era como si no las dijese de normal. Ahora, ¿qué aprovechasen su momento de debilidad para que Shukaku saliese a dar un paseo? No, eso tenía de todo menos de divertido.
Y, cuando quiso dejar de lado a aquel monstruo, se encontró de bruces con otro. Porque Hanabi podía ser muchas cosas: comprensivo, afable, un Uzukage afectuoso y familiar con los suyos. Pero también un jodido monstruo de chakra. Cuando Datsue le miraba con el Sharingan, y toda esa energía salía a la luz, era como ver a una montaña desde los ojos de una hormiga.
—No obstante, me temo —explicó, reclinándose en el asiento—, me temo, querido Datsue, que si tú y yo peleáramos al nivel que deseo ahora mismo, la Villa estaría en peligro.
Eso era cierto. Quiso pensar alguna manera de evitar aquel pequeño problema cuando la voz de Shukaku volvió a retumbar en su cabeza con su tan característica risa sádica. El bijuu quería que Datsue le metiese una paliza, solo para divertirle un poco.
Datsue no pudo sino alzar las cejas. «Pero, ¿tú has visto el pedazo chakra que tiene? ¡Suerte tendré si le aguanto un par de asaltos!»
—...ngo que... pedirte algo… Una misión. Algo secreto.
—¿Hmm? —Datsue sintió un sudor frío al ver que Hanabi le guiñaba un ojo. ¡No se había enterado de lo que le había dicho al principio! «¡Shukaku, maldito! ¡Deja de despistarme!»
Por suerte, pudo respirar tranquilo, pues Hanabi siguió hablando, aclarándole algo las ideas. «¿Una misión? ¿Secreta? Uou, uou, uou. ¡Eso tiene pinta de algo muy chulo! ¡E intrépido! Aunque quizá también peligroso… Hmm… Eso no mola tanto».
—Claro, ahí estaré, Uzukage-sama. Faltaría más —¿Quién sería ese hombre alto y canoso? No creía haber oído aquel nombre en su vida—. Pero, ehmm… ¿He de ir preparado para un viaje largo? —quiso saber.
Y, cuando quiso dejar de lado a aquel monstruo, se encontró de bruces con otro. Porque Hanabi podía ser muchas cosas: comprensivo, afable, un Uzukage afectuoso y familiar con los suyos. Pero también un jodido monstruo de chakra. Cuando Datsue le miraba con el Sharingan, y toda esa energía salía a la luz, era como ver a una montaña desde los ojos de una hormiga.
—No obstante, me temo —explicó, reclinándose en el asiento—, me temo, querido Datsue, que si tú y yo peleáramos al nivel que deseo ahora mismo, la Villa estaría en peligro.
Eso era cierto. Quiso pensar alguna manera de evitar aquel pequeño problema cuando la voz de Shukaku volvió a retumbar en su cabeza con su tan característica risa sádica. El bijuu quería que Datsue le metiese una paliza, solo para divertirle un poco.
Datsue no pudo sino alzar las cejas. «Pero, ¿tú has visto el pedazo chakra que tiene? ¡Suerte tendré si le aguanto un par de asaltos!»
—...ngo que... pedirte algo… Una misión. Algo secreto.
—¿Hmm? —Datsue sintió un sudor frío al ver que Hanabi le guiñaba un ojo. ¡No se había enterado de lo que le había dicho al principio! «¡Shukaku, maldito! ¡Deja de despistarme!»
Por suerte, pudo respirar tranquilo, pues Hanabi siguió hablando, aclarándole algo las ideas. «¿Una misión? ¿Secreta? Uou, uou, uou. ¡Eso tiene pinta de algo muy chulo! ¡E intrépido! Aunque quizá también peligroso… Hmm… Eso no mola tanto».
—Claro, ahí estaré, Uzukage-sama. Faltaría más —¿Quién sería ese hombre alto y canoso? No creía haber oído aquel nombre en su vida—. Pero, ehmm… ¿He de ir preparado para un viaje largo? —quiso saber.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado