5/09/2019, 20:08
—Bien. Haré contacto nuevamente en el ocaso —asintió Shanise, aparentemente satisfecha—. Suerte, chicos.
El holograma de la Mano Derecha de la Arashikage se desvaneció con un pequeño parpadeo, y Daruu y Ayame volvieron a quedarse a solas con un silencio tenso, cargado de incomodidad. No sólo era la presión por el resentimiento entre ambos a razón de las disconformidades de los dos shinobi por enfrentar al otro al mayor peligro, sino también por el sentimiento de anticipación ante un peligro mortal que se cernía sobre ellos como la sombra de la muerte con su guadaña. De pronto, y como si le estuviese leyendo el pensamiento, Daruu se abrazó a ella, y Ayame dejó escapar todo el aire que había estado conteniendo hasta el momento. Cerró los ojos y se dejó llevar por su contacto y su olor, siempre tan reconfortantes.
—Tengo mucho miedo —confesó él, tras un largo minuto. La apretó con fuerza, pero ella no se quejó, más bien al contrario.
—Yo también...
—Si no salimos de esta... quiero que sepas que siempre has sido la mejor. Te quiero.
Pero Ayame se separó de él, horrorizada.
—No digas eso... —le rogó, con ojos brillantes—. Eres el ninja más poderoso que conozco, ¡claro que vas a salir de esta! Y lo harás con tus ojos —Ayame suspiró, apartó la mirada y entrecerró los ojos—. Pero sigo pensando que me deberías haber dejado ir a por Naia...
El holograma de la Mano Derecha de la Arashikage se desvaneció con un pequeño parpadeo, y Daruu y Ayame volvieron a quedarse a solas con un silencio tenso, cargado de incomodidad. No sólo era la presión por el resentimiento entre ambos a razón de las disconformidades de los dos shinobi por enfrentar al otro al mayor peligro, sino también por el sentimiento de anticipación ante un peligro mortal que se cernía sobre ellos como la sombra de la muerte con su guadaña. De pronto, y como si le estuviese leyendo el pensamiento, Daruu se abrazó a ella, y Ayame dejó escapar todo el aire que había estado conteniendo hasta el momento. Cerró los ojos y se dejó llevar por su contacto y su olor, siempre tan reconfortantes.
—Tengo mucho miedo —confesó él, tras un largo minuto. La apretó con fuerza, pero ella no se quejó, más bien al contrario.
—Yo también...
—Si no salimos de esta... quiero que sepas que siempre has sido la mejor. Te quiero.
Pero Ayame se separó de él, horrorizada.
—No digas eso... —le rogó, con ojos brillantes—. Eres el ninja más poderoso que conozco, ¡claro que vas a salir de esta! Y lo harás con tus ojos —Ayame suspiró, apartó la mirada y entrecerró los ojos—. Pero sigo pensando que me deberías haber dejado ir a por Naia...