5/09/2019, 20:26
(Última modificación: 7/10/2019, 16:28 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
El Uchiha suspiró, derrotado. ¡Lo sabía! ¡Sabía que tendría que esperarse al Tsuchiyoubi para averiguarlo! ¡Eso significaba una maldita semana comiéndose las uñas! No obstante, si pensaba que ese era el palo más gordo que iba a recibir aquel día, no podía estar más equivocado. Aquello tan solo había sido el aperitivo, para calentar. Porque lo que llegó a continuación fue…
Fue…
Fue tan duro, que algo dentro de su corazoncito se partió.
—Datsue, si te parece bien, ¿por qué no pagamos y… buenopagamospagamosysimepagamospagamospagamos acompañas a… pagamospaGAMOSPAGAMOS!
Oh, sí, aquella palabra retumbó en su cabeza por un largo tiempo. Tanto como le duró el dolor que sentía en el bolsillo por el billete que le faltaba. Ya nunca lo volvería a ver, ni a sentir su suave tacto entre sus dedos.
¿Qué estaba exagerando? ¡Se acababa de comprar una casa nueva, por todos los Dioses! Por no hablar de que con tanto entrenamiento llevaba mucho tiempo sin hacer —ni, por tanto, cobrar— una misión de las gordas. ¡Pues claro que no estaba exagerando! Por suerte Takeshi había invitado a la segunda ronda, ¡pero había creído que Hanabi invitaría a la primera!
«Nota mental: no te hagas ilusiones antes de tiempo».
—Ahí estaré, no se preocupe, Uzukage-sama —le tranquilizó cuando llegaron a la entrada de su casa. Se sorprendió de verle tan… afectado, pero luego recordó que, después de todo, seguía siendo un humano. Si él ascendía a Kage algún día, no iba a desarrollar tampoco una resistencia milagrosa al alcohol de la noche a la mañana—. Estaré allí a la primera luz del alba. Palabra de intrépido.
Hizo una pequeña reverencia —más por costumbre a que lo viese necesario— y desapareció en un parpadeo. Literalmente.
Había dormido poco, esa era la verdad. Más de lo que solía hacer meses atrás, cuando Shukaku le despertaba con sus pesadillas cada dos por tres. Pero aún así menos de lo que le hubiese gustado. La Hoja de Shiomaru, su efecto en los sellos, el Consejo y su beneplácito para que algún día pudiese optar al sombrero todavía le hacían dar vueltas en la cama por horas. De hecho, cuanto más consciente era de la responsabilidad y el peso que ello llevaba, peor dormía.
No obstante, con el primer rayo de luz, el Uchiha se encontraba ya desayunado, duchado y vestido con su habitual indumentaria—llevaba el chaleco de jonin en una mochila sellada por si le era necesario—. ¿Armas? Listas. ¿Dinero? El justo y necesario. ¿Comida? Un par de bocadillos para el camino y una cantimplora.
—¡Todo listo! ¡Todo listo! —se dijo por tercera vez, tras revisar lo que llevaba encima. Se despidió de Datsuse con un afectuoso beso y corrió hasta las puertas de la Villa para no llegar tarde.
¿Cómo sería ese Bina? ¿En qué misión se enfrascaría? No tenía pinta de ser demasiado larga, pero sí importante. Preguntas, preguntas y más preguntas. Esperaba poder pronto empezar a resolverlas pronto.
Fue…
Fue tan duro, que algo dentro de su corazoncito se partió.
—Datsue, si te parece bien, ¿por qué no pagamos y… buenopagamospagamosysimepagamospagamospagamos acompañas a… pagamospaGAMOSPAGAMOS!
Oh, sí, aquella palabra retumbó en su cabeza por un largo tiempo. Tanto como le duró el dolor que sentía en el bolsillo por el billete que le faltaba. Ya nunca lo volvería a ver, ni a sentir su suave tacto entre sus dedos.
¿Qué estaba exagerando? ¡Se acababa de comprar una casa nueva, por todos los Dioses! Por no hablar de que con tanto entrenamiento llevaba mucho tiempo sin hacer —ni, por tanto, cobrar— una misión de las gordas. ¡Pues claro que no estaba exagerando! Por suerte Takeshi había invitado a la segunda ronda, ¡pero había creído que Hanabi invitaría a la primera!
«Nota mental: no te hagas ilusiones antes de tiempo».
—Ahí estaré, no se preocupe, Uzukage-sama —le tranquilizó cuando llegaron a la entrada de su casa. Se sorprendió de verle tan… afectado, pero luego recordó que, después de todo, seguía siendo un humano. Si él ascendía a Kage algún día, no iba a desarrollar tampoco una resistencia milagrosa al alcohol de la noche a la mañana—. Estaré allí a la primera luz del alba. Palabra de intrépido.
Hizo una pequeña reverencia —más por costumbre a que lo viese necesario— y desapareció en un parpadeo. Literalmente.
• • •
Una semana después...
Había dormido poco, esa era la verdad. Más de lo que solía hacer meses atrás, cuando Shukaku le despertaba con sus pesadillas cada dos por tres. Pero aún así menos de lo que le hubiese gustado. La Hoja de Shiomaru, su efecto en los sellos, el Consejo y su beneplácito para que algún día pudiese optar al sombrero todavía le hacían dar vueltas en la cama por horas. De hecho, cuanto más consciente era de la responsabilidad y el peso que ello llevaba, peor dormía.
No obstante, con el primer rayo de luz, el Uchiha se encontraba ya desayunado, duchado y vestido con su habitual indumentaria—llevaba el chaleco de jonin en una mochila sellada por si le era necesario—. ¿Armas? Listas. ¿Dinero? El justo y necesario. ¿Comida? Un par de bocadillos para el camino y una cantimplora.
—¡Todo listo! ¡Todo listo! —se dijo por tercera vez, tras revisar lo que llevaba encima. Se despidió de Datsuse con un afectuoso beso y corrió hasta las puertas de la Villa para no llegar tarde.
¿Cómo sería ese Bina? ¿En qué misión se enfrascaría? No tenía pinta de ser demasiado larga, pero sí importante. Preguntas, preguntas y más preguntas. Esperaba poder pronto empezar a resolverlas pronto.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado