11/09/2019, 19:27
Akame continuó fumando mientras aquel negrote con un desmedido gusto por el oro —¿quién podría culparle, al fin y al cabo?— se explayaba en los pormenores de la lección más importante para cualquier nuevo integrante de Sekiryuu: sé útil. Si los demás miembros de la banda te veían como una baza a su favor, como un recurso, se lo pensarían dos veces antes de clavarte un puñal por la espalda. Quizás hasta tres. El Uchiha asintió con honestidad, no era una lección muy difícil de asumir ni que le fuera ajena; allá de donde él venía —inmediatamente hablando, no de sus verdaderos orígenes—, las calles de Tanzaku Gai, la supervivencia era algo que no se aprendía. Más bien se respiraba, corría dentro de tus venas y era como un espíritu vivo dentro tuya. Si le dabas la espalda, te morías. Así de sencillo. Akame había hecho méritos de sobra hasta el momento para que se le otorgara, al menos, el voto de confianza; sabía buscarse las habichuelas. La prueba fehaciente de ello es que estuviese allí, recostado en una cama de Ryuuguu-jō, y no durmiendo con los peces.
Sin embargo, Money no se contentó con aquello, sino que le ofreció una pila de información realmente valiosa. Pese a su deplorable estado y a encontrarse casi sin fuerzas, Akame se esforzó en memorizar todos aquellos jugosos datos. A esas alturas de su vida, ya había aprendido —a las malas— que el demonio se esconde en los detalles.
—Sí, yo también creo que Kaido tiene cierto talento como ojeador —tuvo que admitir. El hecho de que él estuviese allí, bien lo probaba... Aunque quizás no de la manera en la que al propio Tiburón le habría gustado—. No te preocupes por mi, blothel, te aseguro que antes de lo que ninguno de vosotros espera, veréis de lo que es capaz este viejo Uchiha... Eso si no me muero de inanición antes. ¿Cómo es posible que tengáis aquí a una junta de los criminales más buscados de Oonindo, y no haya nada para comer? ¿Ni un mísero mendrugo de pan?
Un dolor intenso y local en su pubis le recordó algo de gran importancia.
—Eh, Money, una cosita... ¿Dónde está el baño?
Sin embargo, Money no se contentó con aquello, sino que le ofreció una pila de información realmente valiosa. Pese a su deplorable estado y a encontrarse casi sin fuerzas, Akame se esforzó en memorizar todos aquellos jugosos datos. A esas alturas de su vida, ya había aprendido —a las malas— que el demonio se esconde en los detalles.
—Sí, yo también creo que Kaido tiene cierto talento como ojeador —tuvo que admitir. El hecho de que él estuviese allí, bien lo probaba... Aunque quizás no de la manera en la que al propio Tiburón le habría gustado—. No te preocupes por mi, blothel, te aseguro que antes de lo que ninguno de vosotros espera, veréis de lo que es capaz este viejo Uchiha... Eso si no me muero de inanición antes. ¿Cómo es posible que tengáis aquí a una junta de los criminales más buscados de Oonindo, y no haya nada para comer? ¿Ni un mísero mendrugo de pan?
Un dolor intenso y local en su pubis le recordó algo de gran importancia.
—Eh, Money, una cosita... ¿Dónde está el baño?