16/09/2019, 21:02
«Bueno, bueno...» Hanabi se dejó caer sobre la cama. Al contrario que su oponente, no se le ocurrió comenzar a pensar en planes. A la hora de combatir, a él se le daba mejor improvisar... y confiar en la bestia que llevaba dentro. A decir verdad, siempre le había interesado el Fuuinjutsu, como a Datsue, y como a su difunta maestra Shiona. Pero él nunca había tenido grandes aptitudes con él. «Alguna sí, claro... alguna sí. Eso me acaba de hacer recordar algo.» El hombre se enderezó y echó la mano hacia atrás, hacia el portaobjetos, de donde sacó un pequeño pergamino. Lo colocó encima del colchón y liberó de él una caja pequeña, de madera, con el símbolo del Remolino. La caja con el arma que le había forjado Sasaki Reiji. Sonrió.
«Veremos cómo se comporta este pequeñín...»
Un rato después, Datsue se encontraría a Hanabi de nuevo en la cama, medio dormido.
—Fiuu… ¡Me siento como nuevo! —exclamó, anunciando su vuelta—. Oiga, Hanabi-sama… Nuestro campo de batalla será allá abajo, ¿verdad? ¿Lucharemos en el subsuelo?
—¡Hop! —Hanabi se levantó de la cama y se desperezó—. Allá abajo sí, en el subsuelo no. —Le guiñó un ojo a Datsue, misterioso—. Ya lo verás. De momento, me voy a duchar. ¡No vale ir a mirar! —Le advirtió señalándole con el dedo, antes de comenzar a bajar las escaleras.
«Veremos cómo se comporta este pequeñín...»
Un rato después, Datsue se encontraría a Hanabi de nuevo en la cama, medio dormido.
—Fiuu… ¡Me siento como nuevo! —exclamó, anunciando su vuelta—. Oiga, Hanabi-sama… Nuestro campo de batalla será allá abajo, ¿verdad? ¿Lucharemos en el subsuelo?
—¡Hop! —Hanabi se levantó de la cama y se desperezó—. Allá abajo sí, en el subsuelo no. —Le guiñó un ojo a Datsue, misterioso—. Ya lo verás. De momento, me voy a duchar. ¡No vale ir a mirar! —Le advirtió señalándole con el dedo, antes de comenzar a bajar las escaleras.