18/09/2019, 20:39
(Última modificación: 18/09/2019, 20:40 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
—Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!
«[¿Se... Le...?»
—Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!
«¿Se... Se le... Olvidó?»
Aquellas palabras retumbaron en su cabeza, abotargada, como una letanía lejana. Luego aumentaron en frecuencia e intensidad, repitiéndose incesantemente. Parecía un gramófono estropeado. Un bebé llorando, incansable. Un chillido de agonía. De... Muerte.
Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!
El Uchiha, cabizbajo, trataba de mantener la compostura. Se sentía desfalleciendo, había pasado por un ritual en el que —a juzgar por las reacciones de Money y, ahora, Otohime— no era muy probable que sobreviviese. Había asesinado a un Hōzuki criminal de rango A, por lo menos, en mitad de un barco mientras navegaba para escapar del viejo continente y de la Alianza de las Tres Grandes. «Y ahora, esta hija de puta se olvida de traer alimentos.» Una risa maniática luchó por escapar de sus labios, pero la contuvo a tiempo y al final quedó transformada en un gruñido gutural.
—Ehem... Ah... Jiji... —al murmullo le siguió una risilla espasmódica—. Vosotros... Jijeja... Os estáis... ¿Riendo... De mí?
Furioso, Akame notaba su chakra arremolinarse. Notaba una voz. Una vocecilla inocente, como la de un niño, que le susurraba un cantito al oído... Dentro de su cabeza.
—¿Sin... Comida? —el Uchiha abrió mucho los ojos, presa de la alucinación provocada por el hambre—. ¿¡Y sin cerveza!?
Sus ojos se tornaron rojos como la sangre, y las tres aspas negras se fundieron en un remolino que parecía presagiar la tormenta que estaba a punto de desencadenarse allí dentro. Porque el mismísimo Dios de la Tormenta iba a desatar toda su furia sobre aquellos advenedizos que con tanta ligereza osaban mofarse de su protegido. De su hijo.
De repente, un aura de chakra carmesí envolvió al Uchiha cuando el poder del Mangekyō Sharingan fue desatado. Envolviendo al Uchiha, unas costillas de chakra del color de la propia sangre empezaron a formarse lentamente, mientras Akame canturreaba sin descanso, como un alma en pena condenada ya por toda la eternidad.
—Sin comida y sin cerveza, Akame pierde la cabeza... —entonces sus ojos parecieron reparar en los dos insectos que tenía ante él. Dos gusanos—. Sin comida... Y sin cerveza...
»¡AKAME PIERDE LA CABEZA!
Y como un comando a su orden, un gigantesco brazo conformado únicamente por huesos hechos de aquel chakra burbujeante y maligno, surgió del costillar que envolvía a Akame. Una última exigencia fue claramente audible en el pasillo, como una muestra infinita de clemencia antes de que la verdadera tormenta se desencadenase sobre aquellos dos.
—Comida.
«[¿Se... Le...?»
—Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!
«¿Se... Se le... Olvidó?»
Aquellas palabras retumbaron en su cabeza, abotargada, como una letanía lejana. Luego aumentaron en frecuencia e intensidad, repitiéndose incesantemente. Parecía un gramófono estropeado. Un bebé llorando, incansable. Un chillido de agonía. De... Muerte.
Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó! Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!Oh, ¡mierda! ¡Se me olvidó!
El Uchiha, cabizbajo, trataba de mantener la compostura. Se sentía desfalleciendo, había pasado por un ritual en el que —a juzgar por las reacciones de Money y, ahora, Otohime— no era muy probable que sobreviviese. Había asesinado a un Hōzuki criminal de rango A, por lo menos, en mitad de un barco mientras navegaba para escapar del viejo continente y de la Alianza de las Tres Grandes. «Y ahora, esta hija de puta se olvida de traer alimentos.» Una risa maniática luchó por escapar de sus labios, pero la contuvo a tiempo y al final quedó transformada en un gruñido gutural.
—Ehem... Ah... Jiji... —al murmullo le siguió una risilla espasmódica—. Vosotros... Jijeja... Os estáis... ¿Riendo... De mí?
Furioso, Akame notaba su chakra arremolinarse. Notaba una voz. Una vocecilla inocente, como la de un niño, que le susurraba un cantito al oído... Dentro de su cabeza.
«Sin comida y sin cerveza,
Akame pierde la cabeza.»
Akame pierde la cabeza.»
—¿Sin... Comida? —el Uchiha abrió mucho los ojos, presa de la alucinación provocada por el hambre—. ¿¡Y sin cerveza!?
Sus ojos se tornaron rojos como la sangre, y las tres aspas negras se fundieron en un remolino que parecía presagiar la tormenta que estaba a punto de desencadenarse allí dentro. Porque el mismísimo Dios de la Tormenta iba a desatar toda su furia sobre aquellos advenedizos que con tanta ligereza osaban mofarse de su protegido. De su hijo.
De repente, un aura de chakra carmesí envolvió al Uchiha cuando el poder del Mangekyō Sharingan fue desatado. Envolviendo al Uchiha, unas costillas de chakra del color de la propia sangre empezaron a formarse lentamente, mientras Akame canturreaba sin descanso, como un alma en pena condenada ya por toda la eternidad.
—Sin comida y sin cerveza, Akame pierde la cabeza... —entonces sus ojos parecieron reparar en los dos insectos que tenía ante él. Dos gusanos—. Sin comida... Y sin cerveza...
»¡AKAME PIERDE LA CABEZA!
Y como un comando a su orden, un gigantesco brazo conformado únicamente por huesos hechos de aquel chakra burbujeante y maligno, surgió del costillar que envolvía a Akame. Una última exigencia fue claramente audible en el pasillo, como una muestra infinita de clemencia antes de que la verdadera tormenta se desencadenase sobre aquellos dos.
—Comida.