24/09/2019, 12:02
Todavía estupefacto —Akame no podía creer que su discurso hubiera convencido a alguien—, el Uchiha tardó unos segundos en reaccionar ante lo que acababa de pasar. Sus palabras estaban cargadas de sentido y verdad, pero para él, el ser capaz de llegar al corazón de alguien era algo totalmente nuevo. Durante toda su vida nadie había prestado nunca atención a sus consejos u opiniones —salvo su Hermano—, hasta tal punto que Akame había llegado al convencimiento de que nunca sería capaz de convencer a nadie para que viera sus puntos de vista. Zaide, sin embargo, había dado el primer paso de buena fe deshaciendo su Kage Bunshin y retirándose de la escena... Por el momento. Akame intuía que volvería a verle muy pronto.
Los gritos de Money, que le apretujaba mientras le zarandeaba, frenético, le devolvieron a la realidad. Akame no tuvo siquiera tiempo de devolverle el gesto cuando el contable empezó a chillar de puro terror. «¡Hostia puta, el sello!» El sello. Zaide había hecho desaparición de la escena sin atender a ese pequeño detalle.
—Vale, Money, joder, espera un segundo —el Uchiha trataba de racionalizar aquello como buenamente podía—. Pensemos con la cabeza. Quizás lo de la cuenta atrás era un farol, si Zaide ha aceptado nuestra oferta, no creo que vaya a echarla por tierra matando al tío que controla el dinero aquí. ¡No tiene sentido, cálmate joder!
Sus ojos habían vuelto ya a la normalidad y ahora, pasada la adrenalina del momento, Akame estaba empezando a darse cuenta de que le dolían como mil demonios. Era como si se los estuvieran quemando con un hierro al rojo vivo... Desde dentro del cráneo. «¿Qué cojones...?» Nunca había experimentado un dolor tan particular. Sin embargo, se obligó a apartarlo de su cabeza y centrarse en lo inmediato.
—No... No podemos quitártelo hasta que Zaide vuelva —porque iba a volver, ¿no?—. Tú intenta... Intenta no moverte mucho, ¿eh?
Los gritos de Money, que le apretujaba mientras le zarandeaba, frenético, le devolvieron a la realidad. Akame no tuvo siquiera tiempo de devolverle el gesto cuando el contable empezó a chillar de puro terror. «¡Hostia puta, el sello!» El sello. Zaide había hecho desaparición de la escena sin atender a ese pequeño detalle.
—Vale, Money, joder, espera un segundo —el Uchiha trataba de racionalizar aquello como buenamente podía—. Pensemos con la cabeza. Quizás lo de la cuenta atrás era un farol, si Zaide ha aceptado nuestra oferta, no creo que vaya a echarla por tierra matando al tío que controla el dinero aquí. ¡No tiene sentido, cálmate joder!
Sus ojos habían vuelto ya a la normalidad y ahora, pasada la adrenalina del momento, Akame estaba empezando a darse cuenta de que le dolían como mil demonios. Era como si se los estuvieran quemando con un hierro al rojo vivo... Desde dentro del cráneo. «¿Qué cojones...?» Nunca había experimentado un dolor tan particular. Sin embargo, se obligó a apartarlo de su cabeza y centrarse en lo inmediato.
—No... No podemos quitártelo hasta que Zaide vuelva —porque iba a volver, ¿no?—. Tú intenta... Intenta no moverte mucho, ¿eh?