24/09/2019, 20:21
El Uchiha imitó a aquel tipo que parecía adorar el lujo, y mientras le observaba cortar el puro y encendérselo con aquel mechero —como no, chapado en oro—, Akame no pudo evitar preguntarse quién sería aquel cabrón en realidad. "Money" era un nombre que le venía al pelo, tal vez por eso invitaba tan poco a indagar en su verdadera identidad. Era una etiqueta que le definía, que le quedaba bien. Sentaba bien llamarle así, nombrarle así, como una ecuación fácil de resolver. Pero para un verdadero shinobi, quedarse en la superficie no era opción. «Ya llegará el momento de investigarlos a todos», se dijo el Uchiha. Y luego procedió a tomar las herramientas y prepararse el puro de forma idéntica a como había visto a Money hacerlo.
—Coño, esta mierda está buena —tuvo que admitir, más sorprendido de lo que parecía, cuando el amargo pero exquisito sabor del tabaco de importación invadió su boca—. ¿Cuánto vale esa maldita caja?
Luego ambos se quedaron en silencio, tras las palabras de Money. Akame era consciente de que para un líder era muy fácil darse a ver como justo y respetuoso con sus subordinados cuando las cosas marchaban bien; pero era en la primera torcedura de tobillo cuando todo podía saltar por los aires. Habría que ver cómo reaccionaba aquel mulo de carga, y hacia dónde volaba su dai tsuchi.
—Creo que tú y yo nos vamos a llevar bien, Money. ¿No te hará falta una ayudante, por casualidad? Y no para servir copas, no me jodas, que no me refiero a eso. Alguien que te gestione aquí y allá tus cositas.
Con la mente despejada y el estómago lleno, Akame estaba empezando a enumerar la lista de cosas de las que tenía que ocuparse. Sobretodo, para evitar pensar en los recuerdos que le habían invadido cuando Otohime contraselló el Fuuin de Kunie. La clave de toda su existencia, o más bien, de la ausencia de ésta.
—Shikari, la chica esta. Es avispada y me debe el pellejo, hará cualquier cosa que se le mande —fumó otra calada del puro—. Fue lo bastante lista como para pegársela a Shaneji, que tampoco es mucho decir... Pero tiene instinto de superviviente.
—Coño, esta mierda está buena —tuvo que admitir, más sorprendido de lo que parecía, cuando el amargo pero exquisito sabor del tabaco de importación invadió su boca—. ¿Cuánto vale esa maldita caja?
Luego ambos se quedaron en silencio, tras las palabras de Money. Akame era consciente de que para un líder era muy fácil darse a ver como justo y respetuoso con sus subordinados cuando las cosas marchaban bien; pero era en la primera torcedura de tobillo cuando todo podía saltar por los aires. Habría que ver cómo reaccionaba aquel mulo de carga, y hacia dónde volaba su dai tsuchi.
—Creo que tú y yo nos vamos a llevar bien, Money. ¿No te hará falta una ayudante, por casualidad? Y no para servir copas, no me jodas, que no me refiero a eso. Alguien que te gestione aquí y allá tus cositas.
Con la mente despejada y el estómago lleno, Akame estaba empezando a enumerar la lista de cosas de las que tenía que ocuparse. Sobretodo, para evitar pensar en los recuerdos que le habían invadido cuando Otohime contraselló el Fuuin de Kunie. La clave de toda su existencia, o más bien, de la ausencia de ésta.
—Shikari, la chica esta. Es avispada y me debe el pellejo, hará cualquier cosa que se le mande —fumó otra calada del puro—. Fue lo bastante lista como para pegársela a Shaneji, que tampoco es mucho decir... Pero tiene instinto de superviviente.