26/09/2019, 16:43
Akame aguantó el chaparrón de reproches de Kaido de forma admirablemente estoica, sin moverse ni un centímetro de su posición y sin mudar el rostro, firme pero calmo. Sus ojos rojos estaban clavados en los del Gyojin, con las tres aspas del Sharingan orbitando en torno a las pupilas. Sin un atisbo de miedo, o falta de determinación, en ellos. Incluso cuando aquella mole en la que se había convertido el escualo se le acercó, acero en mano, con actitud más que peligrosa; Akame se obligó a no ceder ni un pulgar de terreno.
—No seas cínico, cabrón —replicó el Uchiha, mordaz—. La única razón por la que quisiste sacarme de mi duermevela azul fue para tenerme atado y bien atado, a tus pies, como a un perro. ¡Como a un perro! Antes me cortaría las putas venas que cambiar a un amo por otro.
Totalmente indolente a las quejas de Kaido, el joven de ojos rojos se mantuvo impasible.
—¿Es que no me estás escuchando, o me tomas por imbécil? Sabes tan bien como yo que Shaneji quería matarme, lo único que se interponía entre nosotros y la sangre eras tú... Y te largaste sin decir "esta boca es mía", a saber a dónde. ¿Crees que te debo algo, ingrato? ¡Desde que me agraciaste con la bendición de tu presencia no he hecho más que arreglar tus desaguisados!
Ahí llegaba. La salva de artillería pesada.
—¿Sabes quién se ha presentado aquí, en Ryuuguu-jō, hace unas horas? ¿Quién ha descubierto la localización de nuestra guarida gracias a ti? ¡Uchiha Zaide! El mismo al que se supone que ibas a matar —apostilló—. ¿Y quién ha resuelto la papeleta? Yo. Pero te diré más, el Gran Dragón parece bastante cabreado contigo por cierto... asuntillo que hay entre vosotros relacionado con alguna que otra hija adoptiva a la que le has dado matarile. ¿Sabes quién te va a cubrir las putas espaldas con eso? ¡Yo!
Si Kaido había seguido andando hacia él, ahora ambos estarían a apenas pasos de distancia.
—Así que déjate de variedades y enfoca la vista en el verdadero peligro, escualo, que te aseguro que no soy yo.
—No seas cínico, cabrón —replicó el Uchiha, mordaz—. La única razón por la que quisiste sacarme de mi duermevela azul fue para tenerme atado y bien atado, a tus pies, como a un perro. ¡Como a un perro! Antes me cortaría las putas venas que cambiar a un amo por otro.
Totalmente indolente a las quejas de Kaido, el joven de ojos rojos se mantuvo impasible.
—¿Es que no me estás escuchando, o me tomas por imbécil? Sabes tan bien como yo que Shaneji quería matarme, lo único que se interponía entre nosotros y la sangre eras tú... Y te largaste sin decir "esta boca es mía", a saber a dónde. ¿Crees que te debo algo, ingrato? ¡Desde que me agraciaste con la bendición de tu presencia no he hecho más que arreglar tus desaguisados!
Ahí llegaba. La salva de artillería pesada.
—¿Sabes quién se ha presentado aquí, en Ryuuguu-jō, hace unas horas? ¿Quién ha descubierto la localización de nuestra guarida gracias a ti? ¡Uchiha Zaide! El mismo al que se supone que ibas a matar —apostilló—. ¿Y quién ha resuelto la papeleta? Yo. Pero te diré más, el Gran Dragón parece bastante cabreado contigo por cierto... asuntillo que hay entre vosotros relacionado con alguna que otra hija adoptiva a la que le has dado matarile. ¿Sabes quién te va a cubrir las putas espaldas con eso? ¡Yo!
Si Kaido había seguido andando hacia él, ahora ambos estarían a apenas pasos de distancia.
—Así que déjate de variedades y enfoca la vista en el verdadero peligro, escualo, que te aseguro que no soy yo.