27/09/2019, 17:05
Ah, sí. Akame podía ver la confusión e incredulidad que empezaban a supurar en su azulado compañero. Si no fuera porque él mismo le había visto con sus propios ojos —y otros miembros de Dragón Rojo habían sufrido sus tretas—, el propio Akame hubiera tenido dificultades creyendo que Kaido había dejado escapar una presa. No por nada el antaño conocido como Tiburón de Amegakure había sido un ninja despiadado y eficaz a la hora de eliminar a sus objetivos; como el pobre Inoue Keisuke, El Soplón. Pero, al final, la realidad era la que era. Kaido podía negarla todo cuanto quisiera pero las pruebas que la atestiguaban estaban justo delande de sus narices, tal y como Akame iba a señalar.
—Money, querido camarada, ¿tendrías la amabilidad de decirle a nuestro azulado amigo a quién has visto aquí hace un rato? ¿Qué noble caballero te ha colocado un sello explosivo en el cogote?
El Tiburón podía desconfiar del Uchiha, pero, ¿y de su contable? ¿De su blothel? No contento con ello, cuando Kaido quiso saber por el paradero de Otohime, Akame volvió a llamar la atención del negro de los oros.
—Money, ¿quién ha secuestrado a Otohime y la ha enterrado por los pies en la playa más cercana?
Luego, los ojos de Akame se fijaron en el pesadísimo pergamino que Kaido había dejado caer, como un saco de papas.
—Money, querido camarada, ¿tendrías la amabilidad de decirle a nuestro azulado amigo a quién has visto aquí hace un rato? ¿Qué noble caballero te ha colocado un sello explosivo en el cogote?
El Tiburón podía desconfiar del Uchiha, pero, ¿y de su contable? ¿De su blothel? No contento con ello, cuando Kaido quiso saber por el paradero de Otohime, Akame volvió a llamar la atención del negro de los oros.
—Money, ¿quién ha secuestrado a Otohime y la ha enterrado por los pies en la playa más cercana?
Luego, los ojos de Akame se fijaron en el pesadísimo pergamino que Kaido había dejado caer, como un saco de papas.