28/09/2019, 18:54
(Última modificación: 28/09/2019, 19:16 por Amedama Daruu. Editado 4 veces en total.)
Rápido, certero, eficaz. El brazo de caramelo asió firmemente su tesoro, y Daruu tiró para recuperarlo. De mientras, las serpientes, furiosas, se reagruparon en torno a la boa, y otras comenzaron a subir los escalones.
Tirada de Percepción (dificultad 7): 8, 5, 9, 10, 3, 4
Aunque tenue, Daruu percibió la presencia de alguien más entrando atrás por la sala oval. Shannako. La última integrante de las Náyades, tenía que ser.
Comenzó la serie de sellos tan pronto tuvo el tarro a salvo y cerca de él. Lo guardó en el bolsillo de la túnica y se preparó para el sello final, que requería ambas manos. De mientras, una de las serpientes, la más valiente y rápida, estaba ya a un metro de él. Se lanzó en un brinco a morderle el tobillo. Un poco más... un poco más...
...y cerró sus fauces sobre una luminaria roja que se desvaneció en el aire.
Daruu cayó sobre el colchón de su habitación, en la Bruma Negra. Inmediatamente, volteó hacia un lado y guardó el frasco con su Byakugan en un cajón, oculto entre su ropa interior. A salvo. No pudo evitar sonreír, aunque la situación no fuese para nada como para sonreír. Si Shannako descubría que Daruu se había hecho con los ojos, acudiría al auxilio de Naia. Y con Naia estaba Ayame. Ella no podría hacer frente a las dos.
Tragó saliva. Era hora de ir a ayudarla. Y también de aniquilar a las Náyades de una vez por todas.
Se llevó una píldora de soldado a la boca. El muchacho se levantó de la cama de un salto, abrió la ventana y botó hasta el edificio contrario. No había tiempo que perder. Se mordió el dedo pulgar de una mano, hizo una linea en el tejado. Jabalí, Perro, Pájaro, Mono, Carnero.
—¡Por tu honor de shinobi, ayúdame, NAIYORU! —Daruu alzó la mano y la estampó en el suelo. Una nube de humo le envolvió, y ante sus pies apareció un enorme gato negro, peludo, vestido con un yukata azul pálido y una bandana con placa metálica que rezaba el ideograma Shinobi.
El gato le observó unos instantes e inclinó el torso en una profunda reverencia.
—Mi señor —dijo—. Yuki-kun me informó de la situación. ¿En qué puedo prestarle servicio?
—Es hora de cazar ratas, Naiyoru —sonrió Daruu—. Ya tengo mis ojos. Ahora, a por ellas. Y a ayudar a Ayame. ¡Sígueme, vamos!
Sin embargo, Daruu cayó de rodillas, agotado. Se levantó con dificultad y trató de sacar el máximo de fuerzas de donde no las había. Confiando recuperar el chakra de camino, Daruu el Matarratas saltó de edificio en edificio de camino a la Plaza de los Delfines.
Tirada de Percepción (dificultad 7): 8, 5, 9, 10, 3, 4
Aunque tenue, Daruu percibió la presencia de alguien más entrando atrás por la sala oval. Shannako. La última integrante de las Náyades, tenía que ser.
Comenzó la serie de sellos tan pronto tuvo el tarro a salvo y cerca de él. Lo guardó en el bolsillo de la túnica y se preparó para el sello final, que requería ambas manos. De mientras, una de las serpientes, la más valiente y rápida, estaba ya a un metro de él. Se lanzó en un brinco a morderle el tobillo. Un poco más... un poco más...
...y cerró sus fauces sobre una luminaria roja que se desvaneció en el aire.
Daruu cayó sobre el colchón de su habitación, en la Bruma Negra. Inmediatamente, volteó hacia un lado y guardó el frasco con su Byakugan en un cajón, oculto entre su ropa interior. A salvo. No pudo evitar sonreír, aunque la situación no fuese para nada como para sonreír. Si Shannako descubría que Daruu se había hecho con los ojos, acudiría al auxilio de Naia. Y con Naia estaba Ayame. Ella no podría hacer frente a las dos.
Tragó saliva. Era hora de ir a ayudarla. Y también de aniquilar a las Náyades de una vez por todas.
Se llevó una píldora de soldado a la boca. El muchacho se levantó de la cama de un salto, abrió la ventana y botó hasta el edificio contrario. No había tiempo que perder. Se mordió el dedo pulgar de una mano, hizo una linea en el tejado. Jabalí, Perro, Pájaro, Mono, Carnero.
—¡Por tu honor de shinobi, ayúdame, NAIYORU! —Daruu alzó la mano y la estampó en el suelo. Una nube de humo le envolvió, y ante sus pies apareció un enorme gato negro, peludo, vestido con un yukata azul pálido y una bandana con placa metálica que rezaba el ideograma Shinobi.
El gato le observó unos instantes e inclinó el torso en una profunda reverencia.
—Mi señor —dijo—. Yuki-kun me informó de la situación. ¿En qué puedo prestarle servicio?
—Es hora de cazar ratas, Naiyoru —sonrió Daruu—. Ya tengo mis ojos. Ahora, a por ellas. Y a ayudar a Ayame. ¡Sígueme, vamos!
Sin embargo, Daruu cayó de rodillas, agotado. Se levantó con dificultad y trató de sacar el máximo de fuerzas de donde no las había. Confiando recuperar el chakra de camino, Daruu el Matarratas saltó de edificio en edificio de camino a la Plaza de los Delfines.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)