29/09/2019, 20:17
(Última modificación: 29/09/2019, 20:21 por Umikiba Kaido. Editado 1 vez en total.)
Si hay algo que podemos decir de Umikiba Kaido, es que era un ser lleno de vida. Orgulloso, socarrón y de un espíritu fuerte e infranqueable. Que nunca se rinde. El cuál muy a pesar de las adversidades siempre seguía remando. Nadando. Como un tiburón. Porque los tiburones, ya lo he dicho en el transcurso de esta historia muchísimas veces; nunca nadan hacia atrás.
Pero en ese instante, en ese momento; Kaido no era Kaido sino un ser herido que no entendía nada. Que habían jugado con él. Al que habían engañado como un niño pequeño de una forma fácil y sencilla. Esa energía y predilección a no desfallecer ahora era un vestigio. Un fantasma del pasado.
El gyojin quedó allí, plasmado, viendo el pergamino. Sus ganas de luchar y de defender su verdad de a poco se esfumaban de su cuerpo junto con la humedad que, de a poco, desinflaba su cuerpo hipermusculado y le devolvía a la normalidad. A su realidad. Tenía que dejar de engañarse. Tenía que destaparse los ojos.
—Pol lo que más quieras, ¡no lo ablas, brothel! ¡Qué me buscas la ruina! ¡A mí y a todos! ¡Y ya la has cagado lo suficien...?
Kaido había usado el sunshin antes de que Money se diera cuenta y apareció allá frente a él con la mano en su cuello. Y aunque no estaba hipertrofiado, oh, vaya que tenía fuerza el tiburón. Levantó a aquél saco de mierda como si fuera una jodida patata, haciendo sonar su joyería como una campana. Money, que aunque se vista de seda...
Los ojos fulgurantes de ira del depredador se encallaron en el rostro del Ryuto.
El umikiba no dijo nada. Sólo apretó. Y apretó. El cuello de Money, y los dientes. Estaba furioso. Demasiado para contenerse. Hasta que....
le soltó.
Pero en ese instante, en ese momento; Kaido no era Kaido sino un ser herido que no entendía nada. Que habían jugado con él. Al que habían engañado como un niño pequeño de una forma fácil y sencilla. Esa energía y predilección a no desfallecer ahora era un vestigio. Un fantasma del pasado.
El gyojin quedó allí, plasmado, viendo el pergamino. Sus ganas de luchar y de defender su verdad de a poco se esfumaban de su cuerpo junto con la humedad que, de a poco, desinflaba su cuerpo hipermusculado y le devolvía a la normalidad. A su realidad. Tenía que dejar de engañarse. Tenía que destaparse los ojos.
—Pol lo que más quieras, ¡no lo ablas, brothel! ¡Qué me buscas la ruina! ¡A mí y a todos! ¡Y ya la has cagado lo suficien...?
Kaido había usado el sunshin antes de que Money se diera cuenta y apareció allá frente a él con la mano en su cuello. Y aunque no estaba hipertrofiado, oh, vaya que tenía fuerza el tiburón. Levantó a aquél saco de mierda como si fuera una jodida patata, haciendo sonar su joyería como una campana. Money, que aunque se vista de seda...
Los ojos fulgurantes de ira del depredador se encallaron en el rostro del Ryuto.
El umikiba no dijo nada. Sólo apretó. Y apretó. El cuello de Money, y los dientes. Estaba furioso. Demasiado para contenerse. Hasta que....
le soltó.