30/09/2019, 18:09
De repente, Akame notó que los vellos de la nuca se le erizaban. El Ojo del Gran Dragón había virado en su dirección, y ahora le observaba atentamente con aquel resplandor mortecino. Era como si una gigantesca lente en lo alto de una torre de piedra negra y retorcida estuviera escudriñándole para determinar si merecía ser aplastado en ese mismo instante como la pobre estalagmita que había sido reventada bajo su puño. «Menudo bigardo», se dijo Akame. Nunca, bajo ningún concepto, acabaría su cabeza corriendo esa suerte. O eso se prometió el joven Uchiha.
—Vivo como que vivo —contestó, lacónico, Suzaku—. Lo de infiltrarse no le salió demasiado bien, acabé pillándole con mi Sharingan cuando trataba de suplantar a Otohime. La situación se tensó un poco, el ambiente se calentó... Pero fui capaz de desactivar la bomba —Ryu probablemente no era consicente de la literalidad de aquella expresión—. Al final creo que ha decidido que en vez de librar una guerra abierta contra Dragón Rojo, va a aprovechar la oportunidad que se le ha dado de tomar su legítimo puesto como Ryutō y engrosar nuestras filas. Una decisión que tanto Otohime como Money se apresurarían a apoyar.
Uno tenía un sello explosivo pegado en el cuello. La otra estaba enterrada viva en la playa. Tampoco es que hubieran tenido muchas otras opciones que manifestar una efusiva, aliviada conformidad con cómo se había desarrollado todo.
—Así que, si no me equivoco, llegará en breves. Como los demás, supongo.
—Vivo como que vivo —contestó, lacónico, Suzaku—. Lo de infiltrarse no le salió demasiado bien, acabé pillándole con mi Sharingan cuando trataba de suplantar a Otohime. La situación se tensó un poco, el ambiente se calentó... Pero fui capaz de desactivar la bomba —Ryu probablemente no era consicente de la literalidad de aquella expresión—. Al final creo que ha decidido que en vez de librar una guerra abierta contra Dragón Rojo, va a aprovechar la oportunidad que se le ha dado de tomar su legítimo puesto como Ryutō y engrosar nuestras filas. Una decisión que tanto Otohime como Money se apresurarían a apoyar.
Uno tenía un sello explosivo pegado en el cuello. La otra estaba enterrada viva en la playa. Tampoco es que hubieran tenido muchas otras opciones que manifestar una efusiva, aliviada conformidad con cómo se había desarrollado todo.
—Así que, si no me equivoco, llegará en breves. Como los demás, supongo.