1/10/2019, 09:51
(Última modificación: 1/10/2019, 16:59 por Aotsuki Ayame. Editado 3 veces en total.)
¿Piedad? ¿La misma piedad que habían recibido todos aquellos niños que habían visto segadas sus vidas sólo por el hecho de poseer un doujutsu que no habían elegido tener y que sólo les pertenecía a ellos por derecho? ¿La misma piedad que tantos hombres y mujeres recibieron, conscientes de que no volverían a ver a sus familiares y seres queridos nunca más? ¿La misma piedad que recibió Daruu antes de arrancarle los ojos sin ningún tipo de compasión? ¿La misma piedad que recibió Danbaku siendo torturado día tras día mientras veía como los lazos con su familia y su aldea iban siendo cortados uno tras otro?
Naia pedía piedad después de todas aquellas calamidades. Y por eso, después de sufrir en sus propias carnes (aunque fuera sólo dentro de una ilusión) sus propios actos, la ilusión se deshizo tal y como había aparecido y se encontró con el dedo índice de Ayame, que la señalaba directamente de forma acusatoria.
—Y ahora vas a morir —sentenció, con el gesto más sombrío que nunca. A su dedo índice le acompañó el pulgar, que se alzó en el aire como si del martillo de una pistola se tratara—. Sola, como la víbora que eres, y sin tus Náyades. Hoy gana la Sirena.
¡BAM!
Aquella vez no hubo ningún tipo de titubeo, como lo hubo con Watanabe. De su índice se desprendió una diminuta esfera de agua en forma de bala que buscó acabar con la vida de la líder de las Náyades de una vez por todas.
Naia pedía piedad después de todas aquellas calamidades. Y por eso, después de sufrir en sus propias carnes (aunque fuera sólo dentro de una ilusión) sus propios actos, la ilusión se deshizo tal y como había aparecido y se encontró con el dedo índice de Ayame, que la señalaba directamente de forma acusatoria.
—Y ahora vas a morir —sentenció, con el gesto más sombrío que nunca. A su dedo índice le acompañó el pulgar, que se alzó en el aire como si del martillo de una pistola se tratara—. Sola, como la víbora que eres, y sin tus Náyades. Hoy gana la Sirena.
¡BAM!
Aquella vez no hubo ningún tipo de titubeo, como lo hubo con Watanabe. De su índice se desprendió una diminuta esfera de agua en forma de bala que buscó acabar con la vida de la líder de las Náyades de una vez por todas.