2/10/2019, 17:01
(Última modificación: 2/10/2019, 17:01 por Uchiha Datsue.)
Ante la adversidad, no le quedó más remedio que sonreír. Ante el nerviosísimo —¿o directamente era miedo?—, no le quedó más remedio que apretar los puños. Fuerte, muy fuerte. Para que no se notase que las manos le temblaban. Y ante aquel poder tremebundo, tan intenso y palpable que le empujó hacia atrás como un huracán enfurecido, no le quedó otra que rezar. Rezar a todos los dioses que conocía no para ganar, sino para siquiera sobrevivir.
Aunque, dígase una cosa de Uchiha Datsue: ya no era el mismo que años atrás. Había madurado, crecido no solo como persona, sino como ninja. A sus espaldas sentía el calor y la fuerza de muchos que le habían ayudado a ser el ninja que era. La tenacidad de Nabi. La convicción de Eri. El ingenio de Daruu. La adaptabilidad de Ayame. El orgullo de Kaido. La astucia de Zoku. La profesionalidad de Akame. Oh, sí, también sus enemigos le insuflaban fuerza. De ellos era de quienes más había aprendido. Y todas aquellas vivencias, todas las penurias y conflictos por los que había pasado le habían llevado a aquel día. A aquel preciso instante. ¿Le habrían preparado lo suficiente?
Estaba a punto de descubrirlo.
Datsue alzó una mano y levantó dos dedos, imitando a Hanabi. Fuego por fuego. Así empezaría aquel combate, y así terminaría. Los ojos del Uchiha se tiñeron de sangre, y tres aspas se clavaron en las pupilas del Uzukage. ¿Apartaría él también la mirada, como el resto? ¿O se atrevería a mantenerla?
Ahora, la jugada inteligente era aguardar. Era de primero de Uchiha, todo padre y toda madre que quisiese el bien de su retoño, antes incluso de enseñarles el Gōkakyū, les daban esta valiosa lección: aprovecha tus ojos, juega al contraataque.. El Sharingan no solo era bueno por los Genjutsus, sino por ser capaz de leer los sellos manuales, de imitar ninjutsus e incluso taijutsus. Si un Uchiha quería luchar a lo seguro, la táctica era ser pasivo y aguardar. Aprovechar su punto fuerte. Ese había sido su plan trazado, antes de dormirse a la noche. Jugar seguro, mantener las distancias cortas.
Pero, ahora que estaba allí, se preguntaba: ¿de verdad se había pateado medio país para eso? ¿Iba a usar la oportunidad de oro de enfrentarse a un Uzukage siendo un rácano? ¿Acaso eso era intrépido?
A la mierda el plan. A la mierda el miedo. Y a la mierda lo seguro. Oonindo entero le había escuchado una y mil veces presentarse como Datsue el Intrépido, y aquel día, aquel jodido día, iba a honrar su sobrenombre.
Datsue no contó ni hasta tres. Corrió, corrió directo hacia la tormenta de llamas como un demente que no teme a la muerte. Aún sabiendo que se iba a quemar. Aún sabiendo que le iba a doler. Cuando quedó a dos zancadas de Hanabi, su pie hizo una travesura. Inocentemente, pateó la arena, levantando una cortina de ella con la clara intención de cegar momentáneamente al Uzukage. Al mismo tiempo, su diestra fue directa hacia el ōkunai. El acero atrapó destellos crepusculares y silbó con voz de Izanami. Un acero forjado por él mismo, en compañía de Nahana. Un acero que saludó a Hanabi en el vientre, invitándole a que le abriese las puertas de sus entrañas.
Y así... el combate había empezado.
Aunque, dígase una cosa de Uchiha Datsue: ya no era el mismo que años atrás. Había madurado, crecido no solo como persona, sino como ninja. A sus espaldas sentía el calor y la fuerza de muchos que le habían ayudado a ser el ninja que era. La tenacidad de Nabi. La convicción de Eri. El ingenio de Daruu. La adaptabilidad de Ayame. El orgullo de Kaido. La astucia de Zoku. La profesionalidad de Akame. Oh, sí, también sus enemigos le insuflaban fuerza. De ellos era de quienes más había aprendido. Y todas aquellas vivencias, todas las penurias y conflictos por los que había pasado le habían llevado a aquel día. A aquel preciso instante. ¿Le habrían preparado lo suficiente?
Estaba a punto de descubrirlo.
Datsue alzó una mano y levantó dos dedos, imitando a Hanabi. Fuego por fuego. Así empezaría aquel combate, y así terminaría. Los ojos del Uchiha se tiñeron de sangre, y tres aspas se clavaron en las pupilas del Uzukage. ¿Apartaría él también la mirada, como el resto? ¿O se atrevería a mantenerla?
Ahora, la jugada inteligente era aguardar. Era de primero de Uchiha, todo padre y toda madre que quisiese el bien de su retoño, antes incluso de enseñarles el Gōkakyū, les daban esta valiosa lección: aprovecha tus ojos, juega al contraataque.. El Sharingan no solo era bueno por los Genjutsus, sino por ser capaz de leer los sellos manuales, de imitar ninjutsus e incluso taijutsus. Si un Uchiha quería luchar a lo seguro, la táctica era ser pasivo y aguardar. Aprovechar su punto fuerte. Ese había sido su plan trazado, antes de dormirse a la noche. Jugar seguro, mantener las distancias cortas.
Pero, ahora que estaba allí, se preguntaba: ¿de verdad se había pateado medio país para eso? ¿Iba a usar la oportunidad de oro de enfrentarse a un Uzukage siendo un rácano? ¿Acaso eso era intrépido?
«¡A LA MIERDA!»
A la mierda el plan. A la mierda el miedo. Y a la mierda lo seguro. Oonindo entero le había escuchado una y mil veces presentarse como Datsue el Intrépido, y aquel día, aquel jodido día, iba a honrar su sobrenombre.
Datsue no contó ni hasta tres. Corrió, corrió directo hacia la tormenta de llamas como un demente que no teme a la muerte. Aún sabiendo que se iba a quemar. Aún sabiendo que le iba a doler. Cuando quedó a dos zancadas de Hanabi, su pie hizo una travesura. Inocentemente, pateó la arena, levantando una cortina de ella con la clara intención de cegar momentáneamente al Uzukage. Al mismo tiempo, su diestra fue directa hacia el ōkunai. El acero atrapó destellos crepusculares y silbó con voz de Izanami. Un acero forjado por él mismo, en compañía de Nahana. Un acero que saludó a Hanabi en el vientre, invitándole a que le abriese las puertas de sus entrañas.
Y así... el combate había empezado.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado