4/10/2019, 22:01
Ya fuera por temeridad, por respeto, o confianza en que su pupilo no le metería en una jugarreta nada más comenzar, Hanabi no apartó la mirada. No al menos por ahora. Datsue el Intrépido no perdió ni un momento. Tras el saludo inicial, echó a correr y recortó la distancia que le separaba del líder de Uzushiogakure en un suspiro. Fue entonces cuando el espíritu de otro Datsue muy diferente le poseyó, y tomó forma... de baikunai.
Datsue el Matakages movió la pierna y levantó una nube de arena, obligando a Hanabi a cerrar los ojos, quien chasqueó la lengua con fastidio. La gigantesca arma de Datsue viajó horizontalmente con una intención para nada inocente, y si lo que buscaba era un saludo de Hanabi, lo recibió. Muy cálido. El filo besó el vientre como a una amante, y se deslizó limpio por el estómago al tiempo que el Uzukage se retorcía en un alarido. Datsue el Intrépido sólo estaba jugando, pero Datsue el Matakages consiguió su objetivo, al f...
Fue entonces cuando Hanabi le devolvió la travesura a Datsue, y el Uchiha fue cegado por cientos de partículas de una arena que no formaba parte de la playa y que de hecho ni siquiera era arena. La ceniza quiso meterse en sus ojos y en su boca, y envolvió al muchacho como un desierto de oscuridad. El Uzukage dejó atrás una pequeña chispa, una que incendió, incendió como las llamas de aquél Uchiha que aconsejó a Datsue esperar al primer movimiento de su oponente le aleccionarían, como el castigo de un padre severo.
La ceniza pasó. El fuego pasó. El humo pasó. Y Hanabi, posado sobre las aguas, más adelante, sonriendo amable pero no burlón, aguardaba con una mano tras la espalda y la otra al frente, expectante. Y, esta vez sí, procurando no acercar su mirada a la de su posible sucesor, carmesí, peligrosa.
—¿Te gusta? Le llamo "Petardo Sorpresa". Creo que es muy tú.
Datsue el Matakages movió la pierna y levantó una nube de arena, obligando a Hanabi a cerrar los ojos, quien chasqueó la lengua con fastidio. La gigantesca arma de Datsue viajó horizontalmente con una intención para nada inocente, y si lo que buscaba era un saludo de Hanabi, lo recibió. Muy cálido. El filo besó el vientre como a una amante, y se deslizó limpio por el estómago al tiempo que el Uzukage se retorcía en un alarido. Datsue el Intrépido sólo estaba jugando, pero Datsue el Matakages consiguió su objetivo, al f...
Fue entonces cuando Hanabi le devolvió la travesura a Datsue, y el Uchiha fue cegado por cientos de partículas de una arena que no formaba parte de la playa y que de hecho ni siquiera era arena. La ceniza quiso meterse en sus ojos y en su boca, y envolvió al muchacho como un desierto de oscuridad. El Uzukage dejó atrás una pequeña chispa, una que incendió, incendió como las llamas de aquél Uchiha que aconsejó a Datsue esperar al primer movimiento de su oponente le aleccionarían, como el castigo de un padre severo.
La ceniza pasó. El fuego pasó. El humo pasó. Y Hanabi, posado sobre las aguas, más adelante, sonriendo amable pero no burlón, aguardaba con una mano tras la espalda y la otra al frente, expectante. Y, esta vez sí, procurando no acercar su mirada a la de su posible sucesor, carmesí, peligrosa.
—¿Te gusta? Le llamo "Petardo Sorpresa". Creo que es muy tú.