5/10/2019, 11:22
(Última modificación: 5/10/2019, 11:25 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Pero antes de que nadie pudiera responder, antes de que nadie pudiera añadir nada a las palabras de Kōri, otra voz hizo acto de presencia. Una voz eléctrica, enérgica y llena de presencia que ninguno de los allí presentes pensaba que llegarían a escuchar en un lugar como aquel.
—¡Ah, pero qué bonito! ¡Toda la familia reunida! ¿así que os habéis enterado ya?
«Y... ¡¿Yui-sama?!» Pensó Ayame.
Ajena a la sorpresa que había despertado en todos los allí presentes, la Arashikage entró en la habitación acompañada de Shanise y dos enfermeros más. La habitación, que no era demasiado grande de por sí, se vio aglomerada de gente de un momento para otro, y Ayame sintió que se mareaba ligeramente. Zetsuo y Kōri, por su parte, se apresuraron a torcer el cuerpo en una profunda reverencia cargada de respeto y formalidad.
—Que dos de mis mejores ninjas me han cumplido la encomienda de cabo a rabo —continuaba hablando la máxima mandataria de Amegakure, y Ayame sintió que se sonrojaba al escucharla. ¿Había oído mal? ¿Acaso estaba tenendo alucinaciones con todos aquellos medicamentos? ¿O de verdad acababa de llamarlos... sus mejores... ninjas...?—. Por fin, ¡por fin! Las Náyades están muertas. Ahora podrás dormir más tranquila, Kiroe. Y tú ser menos temperamental y sobre protector con tu hija, Zetsuo —añadió, aunque aquel mensaje viniendo de alguien como ella... Así lo atestiguaron todas las miradas que recibió—. ¿Qué? ¿Por qué me miráis todos así?
Ni Zetsuo ni Kōri respondieron. Mucho menos Ayame. Pero Shanise llamó su atención desde su espalda.
—¿Qué pasa coño?
—Yui-sama, es un momento emocional y delicado para ellos. Quizás deberíamos volver lu...
—Qué luego ni que luego, Shanise. En Amegakure todos somos familia —replicó la Arashikage, acercándose hasta Daruu y Zetsuo—. Bueno, Zetsuo, ese quirófano no va a preparase solo, ¿o sí? —añadió, guiñándole un ojo a Daruu.
El médico se quedó momentáneamente rígido en el sitio y se volvió hacia Daruu, con sus ojos destilando severidad.
—Esta va a ser tu tercera operación de ojos en un año, y ya te lo dije en su momento: no somos muñecos de quita-y-pon —le dijo, con crudeza—. Espero que seas consciente de los riesgos que supone algo así. No sólo podrías no volver a utilizar el Byakugan, sino que podrías quedarte ciego para siempre.
»Arashikage-sama. Ayame necesita reposo para terminar de eliminar todas las toxinas de su cuerpo, le ruego que no la altere —añadió, entrecerrando ligeramente los ojos. Y después de dirigirle una última mirada a su hija, tomó a Kiroe del brazo y la arrastró fuera de la habitación. A ambos los siguió muy de cerca Kōri, después de revolver los cabellos de su hermana pequeña.
Había demasiada gente en esa habitación.
—¡Ah, pero qué bonito! ¡Toda la familia reunida! ¿así que os habéis enterado ya?
«Y... ¡¿Yui-sama?!» Pensó Ayame.
Ajena a la sorpresa que había despertado en todos los allí presentes, la Arashikage entró en la habitación acompañada de Shanise y dos enfermeros más. La habitación, que no era demasiado grande de por sí, se vio aglomerada de gente de un momento para otro, y Ayame sintió que se mareaba ligeramente. Zetsuo y Kōri, por su parte, se apresuraron a torcer el cuerpo en una profunda reverencia cargada de respeto y formalidad.
—Que dos de mis mejores ninjas me han cumplido la encomienda de cabo a rabo —continuaba hablando la máxima mandataria de Amegakure, y Ayame sintió que se sonrojaba al escucharla. ¿Había oído mal? ¿Acaso estaba tenendo alucinaciones con todos aquellos medicamentos? ¿O de verdad acababa de llamarlos... sus mejores... ninjas...?—. Por fin, ¡por fin! Las Náyades están muertas. Ahora podrás dormir más tranquila, Kiroe. Y tú ser menos temperamental y sobre protector con tu hija, Zetsuo —añadió, aunque aquel mensaje viniendo de alguien como ella... Así lo atestiguaron todas las miradas que recibió—. ¿Qué? ¿Por qué me miráis todos así?
Ni Zetsuo ni Kōri respondieron. Mucho menos Ayame. Pero Shanise llamó su atención desde su espalda.
—¿Qué pasa coño?
—Yui-sama, es un momento emocional y delicado para ellos. Quizás deberíamos volver lu...
—Qué luego ni que luego, Shanise. En Amegakure todos somos familia —replicó la Arashikage, acercándose hasta Daruu y Zetsuo—. Bueno, Zetsuo, ese quirófano no va a preparase solo, ¿o sí? —añadió, guiñándole un ojo a Daruu.
El médico se quedó momentáneamente rígido en el sitio y se volvió hacia Daruu, con sus ojos destilando severidad.
—Esta va a ser tu tercera operación de ojos en un año, y ya te lo dije en su momento: no somos muñecos de quita-y-pon —le dijo, con crudeza—. Espero que seas consciente de los riesgos que supone algo así. No sólo podrías no volver a utilizar el Byakugan, sino que podrías quedarte ciego para siempre.
»Arashikage-sama. Ayame necesita reposo para terminar de eliminar todas las toxinas de su cuerpo, le ruego que no la altere —añadió, entrecerrando ligeramente los ojos. Y después de dirigirle una última mirada a su hija, tomó a Kiroe del brazo y la arrastró fuera de la habitación. A ambos los siguió muy de cerca Kōri, después de revolver los cabellos de su hermana pequeña.
Había demasiada gente en esa habitación.