(A) Las Náyades

[Aotsuki Ayame]

—Un año será, Amedama Daruu —correspondió Yui, para aún mayor sorpresa—. Pero más te vale entrenar bien. Entrenar duro. Entrenar día tras noche como si fuese tu última oportunidad de alcanzarme. Porque cuando llegue el momento del desafío, no tendré piedad. Mejórate pronto —añadió, dirigiéndose en aquella ocasión a Ayame, que volvió a inclinar la cabeza—. Recupérense, que pronto, muy pronto, tendré una nueva tarea para ustedes.

«¿Una nueva tarea?» Se repitió Ayame, parpadeando varias veces.

Pero no tuvo ocasión de preguntar al respecto, porque la líder de Amegakure abandonó rápidamente la habitación, dejándoles a solas. Ayame se volvió hacia Daruu, que en aquellos momentos rotaba su placa de jonin entre sus dedos, jugando a arrancarle destellos dorados. Entonces se volvió hacia ella, le dedicó una sonrisa y le acarició el pelo con ternura.

—Gracias por ayudarme a reunir a mi familia. Aunque sea en la muerte.

Ella alzó una mano para acariciar su mejilla.

—Eso lo has hecho tú, Daruu. Y nadie mejor que tú para hacerlo —le respondió, con una débil sonrisa en los labios—. Ahora ya no tendremos que preocuparnos de esas víboras.

»Por cierto, felicidades por ese ascenso, Amedama-senpai —añadió, burlona.