10/10/2019, 00:31
Hanabi sonreía. Sonreía, porque se sentía cómodo en aquellas demostraciones de Poder. Siempre se había sentido cómodo. Su chakra era como un monstruo, y liberado, destruía montañas. Derribaba paredes. Borraba todo con lo que se topab. Pero Uchiha Datsue era astuto como un zorro —¿o podríamos decir como un tanuki?—, y sabía encontrar las debilidades en todos los adversarios.
La debilidad de Hanabi era su propia fortaleza.
El hombre abrió los ojos, totalmente sorprendido ante el ardid de su sucesor. Se había sentido agarrado y desplazado a tal velocidad que había sentido únicamente un zarandeo brusco. Y ahora se encontraba allí, ante las fauces de su propio monstruo.
Hacía mucho que no sentía aquella sensación. La de un Ninjutsu que él no pudiese, simplemente, anular como quien pisaba con la suela del zapato una pequeña hormiga. Era la primera vez que se encontraba frente a frente con una fuerza igual a la suya. Literalmente.
—¡Mierda KAZE NO YAIBA! —Hanabi arqueó el brazo y trató de cercenar aquella técnica como ya había hecho con tantas otras. La cuchilla chocó contra el torbellino y se mantuvo un instante invicta, pero al siguiente el Uzukage ya estaba tragando agua y arena y dando vueltas sobre sí mismo, viéndose arrastrado por una vorágine de su propia medicina.
Diez segundos más tarde, allá en medio de la playa se levantaba, los brazos temblándole, tosiendo esputos mezclados con agua y limpiándose con el dorso de la mano el barro de la cara.
Pero si alguien piensa que Hanabi se sentía en aquellos momentos como un perdedor, se equivocaba. Se equivocaba, porque Hanabi sonreía más que nunca, y su emoción alcanzaba el cielo. Datsue le llamó la atención desde lejos:
—¡¡¡YEEEEEEEEEEEHHHHHHHAAAAAAAAAAAA!!! —no pudo evitar exclamar, de puro júbilo. La adrenalina inyectaba todo su ser y se sentía eléctrico, pletórico—. Todavía no tengo un nombre para esto. ¿Qué le parece “Devoluciones Express"?
—¡Hacía tiempo que nadie me hacía esto! —le gritó, terminando de reincorporarse. «A quién voy a engañar...»—. ¡Hacía tiempo que no me sentía tan VIVO!
«Ambos sabemos que voy a perder este combate.»
La debilidad de Hanabi era su propia fortaleza.
El hombre abrió los ojos, totalmente sorprendido ante el ardid de su sucesor. Se había sentido agarrado y desplazado a tal velocidad que había sentido únicamente un zarandeo brusco. Y ahora se encontraba allí, ante las fauces de su propio monstruo.
Hacía mucho que no sentía aquella sensación. La de un Ninjutsu que él no pudiese, simplemente, anular como quien pisaba con la suela del zapato una pequeña hormiga. Era la primera vez que se encontraba frente a frente con una fuerza igual a la suya. Literalmente.
—¡Mierda KAZE NO YAIBA! —Hanabi arqueó el brazo y trató de cercenar aquella técnica como ya había hecho con tantas otras. La cuchilla chocó contra el torbellino y se mantuvo un instante invicta, pero al siguiente el Uzukage ya estaba tragando agua y arena y dando vueltas sobre sí mismo, viéndose arrastrado por una vorágine de su propia medicina.
Diez segundos más tarde, allá en medio de la playa se levantaba, los brazos temblándole, tosiendo esputos mezclados con agua y limpiándose con el dorso de la mano el barro de la cara.
Pero si alguien piensa que Hanabi se sentía en aquellos momentos como un perdedor, se equivocaba. Se equivocaba, porque Hanabi sonreía más que nunca, y su emoción alcanzaba el cielo. Datsue le llamó la atención desde lejos:
—¡¡¡YEEEEEEEEEEEHHHHHHHAAAAAAAAAAAA!!! —no pudo evitar exclamar, de puro júbilo. La adrenalina inyectaba todo su ser y se sentía eléctrico, pletórico—. Todavía no tengo un nombre para esto. ¿Qué le parece “Devoluciones Express"?
—¡Hacía tiempo que nadie me hacía esto! —le gritó, terminando de reincorporarse. «A quién voy a engañar...»—. ¡Hacía tiempo que no me sentía tan VIVO!
«Ambos sabemos que voy a perder este combate.»