13/10/2019, 12:11
Ayame no parecía mejor que ella, y ambas seguían notando como el tren no se detenía, temblando hacia Ushi a cada segundo que pasaba y el sonido incesante del movimiento hacia que Eri se sintiera horriblemente inútil ante cualquier modo de parar aquello.
Pero la kunoichi de la lluvia tenía una idea, pasando por todo el primer vagón hasta llegar a la conexión del primero y el segundo. El conductor preguntó, pero no recibió más respuesta que una hinchazón del brazo de la morena y el destrozo de la unión entre el primer y segundo vagón, el último quedándose rezagado hasta que al final solo quedó la cabina y el primer vagón donde ellos se encontraban.
—Preparaos para saltar —advirtió la chica, girándose a ellos con el rostro sombrío y el brillo de las lágrimas a punto de querer salir de sus ojos castaños.
Eri tragó saliva y, sin decir nada, asintió, solemne, mientras se acercaba a algún sitio abierto para poder saltar. Ayame explicó al maquinista que no podían hacer nada más y que al menos había aminorado el daño, así que solo quedaba salir de aquel armatoste antes de que impactase con ellos dentro.
—Eri, ¿podrás salir por tus propios medios?
—Sí.
Y se preparó, justo para saltar cuando ellos saltasen para abandonar el tren a la misma vez. Saltaría e intentaría recomponerse de la inercia que la lanzaría hacia delante rodando y aguantando el daño del impacto y las rozaduras como pudiera, pero era mejor aquello que el impacto y la posible muerte que la seguía.
Y justo cuando Ayame saltase, ella saltaría.
Pero la kunoichi de la lluvia tenía una idea, pasando por todo el primer vagón hasta llegar a la conexión del primero y el segundo. El conductor preguntó, pero no recibió más respuesta que una hinchazón del brazo de la morena y el destrozo de la unión entre el primer y segundo vagón, el último quedándose rezagado hasta que al final solo quedó la cabina y el primer vagón donde ellos se encontraban.
—Preparaos para saltar —advirtió la chica, girándose a ellos con el rostro sombrío y el brillo de las lágrimas a punto de querer salir de sus ojos castaños.
Eri tragó saliva y, sin decir nada, asintió, solemne, mientras se acercaba a algún sitio abierto para poder saltar. Ayame explicó al maquinista que no podían hacer nada más y que al menos había aminorado el daño, así que solo quedaba salir de aquel armatoste antes de que impactase con ellos dentro.
—Eri, ¿podrás salir por tus propios medios?
—Sí.
Y se preparó, justo para saltar cuando ellos saltasen para abandonar el tren a la misma vez. Saltaría e intentaría recomponerse de la inercia que la lanzaría hacia delante rodando y aguantando el daño del impacto y las rozaduras como pudiera, pero era mejor aquello que el impacto y la posible muerte que la seguía.
Y justo cuando Ayame saltase, ella saltaría.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)