14/10/2019, 20:32
(Última modificación: 14/10/2019, 20:34 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
Cerca de ella, Daruu lanzó un suspiro largo y tendido. El muchacho se había acomodado en uno de los bancos, con los brazos detrás de la espalda y los ojos cerrados.
—Ya lo ha dicho todo sin decirlo. El Consejo le ha hecho una prueba para ver si sería digno de ser el siguiente Uzukage —dijo, entreabriendo el ojo más cercano a Datsue y sonrió picarescamente—. Parece que esa espada no funciona muy bien. ¿Cómo vas a ser tú Uzukage, liante?
Sólo fue Ayame quien escuchó las palabras de Kokuō, pero resumió a la perfección lo que pasaba por su cabeza. La muchacha se había quedado boquiabierta, mirando alternativamente a Daruu y a Datsue, tratando de discernir una mínima prueba de que le estaban tomando el pelo. Pero no la había. Ambos parecían muy serios en aquel asunto, y la kunoichi comenzó a marearse de solo pensarlo. ¿Uchiha Datsue, el mismo que se había metido en mil y un líos por una maldita cebolla, ahora candidato a Uzukage?
—Ah, y qué sé yo —respondió Datsue, rascándose la nuca—. Pero solo de pensarlo hace que me entren ganas de vomitar de puros nervios. De todas formas, no soy más que un candidato. Cuando llegue el día, espero que dentro de muchos, muchos años, quizá haya más. Seguramente haya más. Así que por el momento prefiero no pensar demasiado en ello.
»¡Oye! —añadió de golpe, como si acabara de recordar algo muy importante—. Que sepas que yo también voy a enfrentarme a Hanabi. Creo que lo tendremos en muy breve. Ya os diré qué tal por nuestro pinganillo. Si sobrevivo, claro.
Ayame agachó la cabeza, sombría. Daruu hablaba de enfrentarse a la Arashikage. Uchiha Datsue, ahora candidato a Uzukage, hablaba de enfrentarse también a su propio líder. ¿Y ella? ¿Qué estaba haciendo ella? Abrazó su brazo derecho con el contrario, y la se estremeció sin poder evitarlo cuando su mano rozó el frío del metal de su recién estrenada placa de Chuunin. Una placa que, de repente, se le antojó pequeña, de hojalata.
—Mucha... Mucha suerte a ambos —se forzó a sonreír, sin embargo—. No creo que Uzukage-dono quiera perder a uno de sus shinobi más poderosos —añadió, dirigiéndose a Datsue.
—Ya lo ha dicho todo sin decirlo. El Consejo le ha hecho una prueba para ver si sería digno de ser el siguiente Uzukage —dijo, entreabriendo el ojo más cercano a Datsue y sonrió picarescamente—. Parece que esa espada no funciona muy bien. ¿Cómo vas a ser tú Uzukage, liante?
«¿Pero qué me está contando? ¿Ese Uchiha, candidato a Uzukage? En Uzushiogakure están perdiendo la cabeza...»
Sólo fue Ayame quien escuchó las palabras de Kokuō, pero resumió a la perfección lo que pasaba por su cabeza. La muchacha se había quedado boquiabierta, mirando alternativamente a Daruu y a Datsue, tratando de discernir una mínima prueba de que le estaban tomando el pelo. Pero no la había. Ambos parecían muy serios en aquel asunto, y la kunoichi comenzó a marearse de solo pensarlo. ¿Uchiha Datsue, el mismo que se había metido en mil y un líos por una maldita cebolla, ahora candidato a Uzukage?
—Ah, y qué sé yo —respondió Datsue, rascándose la nuca—. Pero solo de pensarlo hace que me entren ganas de vomitar de puros nervios. De todas formas, no soy más que un candidato. Cuando llegue el día, espero que dentro de muchos, muchos años, quizá haya más. Seguramente haya más. Así que por el momento prefiero no pensar demasiado en ello.
»¡Oye! —añadió de golpe, como si acabara de recordar algo muy importante—. Que sepas que yo también voy a enfrentarme a Hanabi. Creo que lo tendremos en muy breve. Ya os diré qué tal por nuestro pinganillo. Si sobrevivo, claro.
Ayame agachó la cabeza, sombría. Daruu hablaba de enfrentarse a la Arashikage. Uchiha Datsue, ahora candidato a Uzukage, hablaba de enfrentarse también a su propio líder. ¿Y ella? ¿Qué estaba haciendo ella? Abrazó su brazo derecho con el contrario, y la se estremeció sin poder evitarlo cuando su mano rozó el frío del metal de su recién estrenada placa de Chuunin. Una placa que, de repente, se le antojó pequeña, de hojalata.
««Señorita...»»
—Mucha... Mucha suerte a ambos —se forzó a sonreír, sin embargo—. No creo que Uzukage-dono quiera perder a uno de sus shinobi más poderosos —añadió, dirigiéndose a Datsue.