17/10/2019, 02:59
Kaido asintió.
—Una pena, claro, porque de haber sido así; ahora mismo estarías macerándote en píloro de algunos de mis nuevos compis. Pero bueno, basta de rememorar mi mayor fracaso, como les decía —y aunque Kaido no era un tipo teatral, ni mucho menos un orador, cuando se trataba de enaltecer su propia figura, las palabras le salían tan bien como los puños y, por lo general, su cháchara calaba tan fuerte como una de sus hostias luego de haber activado el Kyodaitei—. cuenta la leyenda que el mar, cada cierto tiempo —y hablamos de muchísimos años—. crea a su imagen y semejanza a una criatura. Una mezcla entre humano —se señaló a sí mismo, en el pecho—. y bestia marina —se volvió a señalar a sí mismo, pero ahora no a su pecho sino a donde tenía el par de agallas que vibraban mientras hablaba. Por lo general no estaban a la vista, pues su frondosa melena hacía el favor de taparlas durante su tiempo en tierra firme—. a esos especímenes les llaman Hijos del Océano. Y yo soy el último de ésta generación —antes de que se pudiera haber dado cuenta, Kaido se encontraba tambaleándose de aquí y allá, por la euforia de su historia—. la leyenda existe también allí abajo, en su hábitat. Aunque digamos que la nueva Reina no le da mucho crédito, y por eso tuve que cargarme a un montón de orcas asesinas para que entendieran que no había mejor sucesor para tomar el lugar de Shaneji que yo.
—Una pena, claro, porque de haber sido así; ahora mismo estarías macerándote en píloro de algunos de mis nuevos compis. Pero bueno, basta de rememorar mi mayor fracaso, como les decía —y aunque Kaido no era un tipo teatral, ni mucho menos un orador, cuando se trataba de enaltecer su propia figura, las palabras le salían tan bien como los puños y, por lo general, su cháchara calaba tan fuerte como una de sus hostias luego de haber activado el Kyodaitei—. cuenta la leyenda que el mar, cada cierto tiempo —y hablamos de muchísimos años—. crea a su imagen y semejanza a una criatura. Una mezcla entre humano —se señaló a sí mismo, en el pecho—. y bestia marina —se volvió a señalar a sí mismo, pero ahora no a su pecho sino a donde tenía el par de agallas que vibraban mientras hablaba. Por lo general no estaban a la vista, pues su frondosa melena hacía el favor de taparlas durante su tiempo en tierra firme—. a esos especímenes les llaman Hijos del Océano. Y yo soy el último de ésta generación —antes de que se pudiera haber dado cuenta, Kaido se encontraba tambaleándose de aquí y allá, por la euforia de su historia—. la leyenda existe también allí abajo, en su hábitat. Aunque digamos que la nueva Reina no le da mucho crédito, y por eso tuve que cargarme a un montón de orcas asesinas para que entendieran que no había mejor sucesor para tomar el lugar de Shaneji que yo.