17/10/2019, 16:41
¿Sus gatos? ¿Cómo que sus gatos? ¿Acaso había amaestrado a un par de felinos para…?
—Oh…
«¡Oh…! ¡El muy cabronazo se ha ganado un pacto con los gatos! ¡Un jodido pacto!» Se abofeteó la pierna al darse cuenta. ¿Con envidia? Un poquito. Las invocaciones eran más que un jutsu o cualquier golpe que pudieses aprender. Era un vínculo con una familia animal. Eran nuevos lazos. Y también nuevos aliados, con características muy distintas a las que un simple humano podía desarrollar.
Qué coño, le envidiaba y mucho.
Fue Ayame la que continuó con la historia, y Datsue se quedó callado, como un niño pequeño frente a una obra de teatro. Dejó volar su mente y las palabras de Ayame le llevaron al asfalto y a la lluvia. A una taberna con una aura tétrica y oscura y a un hombre con un diente de oro y sonrisa perversa —sí, quizá estaba rellenando los huecos dejados por Ayame con demasiados elementos fantásticos—.
—No nos salió tan bien como esperábamos así que tuvimos que... desecharlo.
Y splash. Los adoquines grises se bañaban de rojo.
Entonces oyó truenos y vio relámpagos. Las nubes negras se arremolinaron sobre el cielo y la lluvia arrastró consigo los restos de una gran batalla, empujados por el viento. El vendaval continuó su camino por las calles de la ciudad hasta colarse por unas alcantarillas que arrancaban quejidos mudos. Y, justo en ese momento…
En ese momento…
Datsue pestañeó varias veces.
—Pero, pero… ¿Por qué se coló Daruu en la guarida mientras tú te enfrentabas a Naia? —¿Con qué objetivo? ¿Por qué no luchar juntos? ¿Y cómo había logrado derrotarla? Ayame le había puesto la miel en los labios, tejido todas las figuras de una buena historia y, justo cuando llegaba al final…
… le ponía un: ¡hasta el próximo capítulo!
—Oh…
«¡Oh…! ¡El muy cabronazo se ha ganado un pacto con los gatos! ¡Un jodido pacto!» Se abofeteó la pierna al darse cuenta. ¿Con envidia? Un poquito. Las invocaciones eran más que un jutsu o cualquier golpe que pudieses aprender. Era un vínculo con una familia animal. Eran nuevos lazos. Y también nuevos aliados, con características muy distintas a las que un simple humano podía desarrollar.
Qué coño, le envidiaba y mucho.
Fue Ayame la que continuó con la historia, y Datsue se quedó callado, como un niño pequeño frente a una obra de teatro. Dejó volar su mente y las palabras de Ayame le llevaron al asfalto y a la lluvia. A una taberna con una aura tétrica y oscura y a un hombre con un diente de oro y sonrisa perversa —sí, quizá estaba rellenando los huecos dejados por Ayame con demasiados elementos fantásticos—.
—No nos salió tan bien como esperábamos así que tuvimos que... desecharlo.
Y splash. Los adoquines grises se bañaban de rojo.
Entonces oyó truenos y vio relámpagos. Las nubes negras se arremolinaron sobre el cielo y la lluvia arrastró consigo los restos de una gran batalla, empujados por el viento. El vendaval continuó su camino por las calles de la ciudad hasta colarse por unas alcantarillas que arrancaban quejidos mudos. Y, justo en ese momento…
En ese momento…
Datsue pestañeó varias veces.
—Pero, pero… ¿Por qué se coló Daruu en la guarida mientras tú te enfrentabas a Naia? —¿Con qué objetivo? ¿Por qué no luchar juntos? ¿Y cómo había logrado derrotarla? Ayame le había puesto la miel en los labios, tejido todas las figuras de una buena historia y, justo cuando llegaba al final…
… le ponía un: ¡hasta el próximo capítulo!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado