17/10/2019, 17:44
Lamentablemente, Ayame no podía compartir aquella fascinación por la que Datsue había llamado "Armadura de Rayo". No podía hacerlo, puesto que era su mayor debilidad, su mayor enemigo. Como Agua que era, la electricidad no podía correr por sus venas. Era tan antinatural como sería ver fuego en mitad del océano. Y por eso, sólo pudo estremecerse ante el entusiasmo de sus dos compañeros.
—Joder, no podría imaginarme un final mejor para esa mujer —clamó Datsue—: El karma divino estampado en toda su cara. Bien… —añadió, mirando a uno y a otro—. Bien. ¿Y ahora qué? Os pegaréis una buena semanita de vacaciones, imagino. A reponer fuerzas.
—Pues yo estaba todavía en rehabilitación y venía preocupadillo por ti, la verdad —rio Daruu, encogiéndose de hombros—. Y la rehabilitación me la has interrumpido, musculitos. ¿Ahora? No sé. Igual podríamos quedarnos alguna semanilla por aquí. Se está tan bien...
Le dirigió una mirada significativa a Ayame, y ella se ruborizó. No era la primera vez que habían viajado juntos de aquella manera, pero aún así...
—Pero no hemos avisado en la aldea. Lo último que quiero es provocar la ira de Yui-sam... —Se le escapó, antes de darse cuenta y morderse la lengua. Ayame se volvió a Datsue—. Oye, y hablando de musculitos... ¿Cómo te ha dado por entrenar de esa forma de repente? —Sinceramente, y si le preguntaban al respecto, nunca había tenido a Datsue por alguien que le fuera la fuerza bruta. De no haber visto aquel cambio con sus propios ojos, no podría haberlo creído.
—Joder, no podría imaginarme un final mejor para esa mujer —clamó Datsue—: El karma divino estampado en toda su cara. Bien… —añadió, mirando a uno y a otro—. Bien. ¿Y ahora qué? Os pegaréis una buena semanita de vacaciones, imagino. A reponer fuerzas.
—Pues yo estaba todavía en rehabilitación y venía preocupadillo por ti, la verdad —rio Daruu, encogiéndose de hombros—. Y la rehabilitación me la has interrumpido, musculitos. ¿Ahora? No sé. Igual podríamos quedarnos alguna semanilla por aquí. Se está tan bien...
Le dirigió una mirada significativa a Ayame, y ella se ruborizó. No era la primera vez que habían viajado juntos de aquella manera, pero aún así...
—Pero no hemos avisado en la aldea. Lo último que quiero es provocar la ira de Yui-sam... —Se le escapó, antes de darse cuenta y morderse la lengua. Ayame se volvió a Datsue—. Oye, y hablando de musculitos... ¿Cómo te ha dado por entrenar de esa forma de repente? —Sinceramente, y si le preguntaban al respecto, nunca había tenido a Datsue por alguien que le fuera la fuerza bruta. De no haber visto aquel cambio con sus propios ojos, no podría haberlo creído.