17/10/2019, 22:54
La voz del Gran Shukaku le despertó de su trance no con la delicadeza de un amante, sino con la celeridad e impaciencia de un padre severo. Y su chakra, oh, su chakra. ¿Alguna vez han tomado un chupito bien cargado de un solo trago? El fuego bajando por la garganta, el ardor… Bien, pues aquello no era nada en comparación a lo que sintió Datsue, y no por la garganta y el estómago, sino por todo el cuerpo. Por todas las malditas venas. Un chakra tan vivo y tan bullicioso como lava hirviendo. Si había algo que se aproximaba verdaderamente al poder de un dios, era aquello.
Eso, sumado a sus palabras, solo podía significar una cosa. Una maldita cosa. Y entonces, le escuchó. Aquella risa. Aquella puta risa. Capaz de dejar a la de Shukaku en la categoría de inocente si se les comparaba. ¡Y luego decía que Shukaku daba miedo cuando se reía!
Que daba miedo cuando se reía…
Que daba miedo cuando…
Cuando…
Su alma, triste y oscura, recordó. Y Datsue solo tenía una cosa que decir al imbécil con máscara de payaso que se le había puesto delante. Con voz muy tranquila y sosegada, dijo:
—Muere.
Y le devolvió todo el amor y todo el cariño que ese hijo de puta quería darle. Con una bijuudama tan enorme y tan colosal que se tragó la mierda de explosión de aquella escoria y amenazó con tragarle a él también. Sin contemplaciones. Sin medias tintas. Sin tantear al rival ni hostias.
Una bijuudama en la cara y a otra cosa.
Quizá alguno se esté preguntando cómo a Uchiha Datsue le dio tiempo a hacer tal cosa. Una bijuudama no se hacía tan rápido. Había que encontrar un equilibrio perfecto entre chakra positivo y negativo. Amoldarla, comprimirla. Luego todavía dispararla. Bien, lo cierto es que no hizo nada de eso. No acudió al Gran Shukaku, sino a una amiga. ¿O debía decir a dos?
Así era: Datsue había liberado la bijuudama que Ayame —o Kokuo— le habían lanzado en el Examen Chūnin.
«Lo sé… Y hoy cenará en el Yomi.»
Eso, sumado a sus palabras, solo podía significar una cosa. Una maldita cosa. Y entonces, le escuchó. Aquella risa. Aquella puta risa. Capaz de dejar a la de Shukaku en la categoría de inocente si se les comparaba. ¡Y luego decía que Shukaku daba miedo cuando se reía!
Que daba miedo cuando se reía…
Que daba miedo cuando…
Cuando…
Su alma, triste y oscura, recordó. Y Datsue solo tenía una cosa que decir al imbécil con máscara de payaso que se le había puesto delante. Con voz muy tranquila y sosegada, dijo:
—Muere.
Y le devolvió todo el amor y todo el cariño que ese hijo de puta quería darle. Con una bijuudama tan enorme y tan colosal que se tragó la mierda de explosión de aquella escoria y amenazó con tragarle a él también. Sin contemplaciones. Sin medias tintas. Sin tantear al rival ni hostias.
Una bijuudama en la cara y a otra cosa.
Quizá alguno se esté preguntando cómo a Uchiha Datsue le dio tiempo a hacer tal cosa. Una bijuudama no se hacía tan rápido. Había que encontrar un equilibrio perfecto entre chakra positivo y negativo. Amoldarla, comprimirla. Luego todavía dispararla. Bien, lo cierto es que no hizo nada de eso. No acudió al Gran Shukaku, sino a una amiga. ¿O debía decir a dos?
Así era: Datsue había liberado la bijuudama que Ayame —o Kokuo— le habían lanzado en el Examen Chūnin.
«¡Me cago en la puta! ¡JIAJIAJIA, ES EL CABRÓN QUE MATÓ A AKAME!»
«Lo sé… Y hoy cenará en el Yomi.»
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado