18/10/2019, 01:11
Datsue, como un demiurgo, doblegó la naturaleza misma de una de las técnicas de los bijuu para generarla de la nada y por sorpresa, engullendo la gran explosión del hacha de Bakudan. Sin perder ni un instante aquella sonrisa sádica y demente, el General recibió el golpe. El pequeño láser, aunque menguado por culpa del choque, consiguió causarle algo de daño y lo empujó algo más allá. No obstante, a juzgar por la gracilidad del aterrizaje, con ambos pies en la arena, había estado lejos de mandarle a cenar al Yomi. Como mucho, había sido un desayuno ligerito en la Tierra.
—¡Shukaku, mi querido hermano menor...!
Porque la voz que había hablado no era la de Bakudan, no se correspondía con aquella risa demente de antes. Sonaba igual de cruel, pero de una manera totalmente distinta. Era fría. Era distante. Era autoritaria.
—¿Qué pasa, te ha comido la lengua el humano? —El General ahora había abandonado sus ojos negros inyectados en sangre y los había cambiado por unos rojos, brillantes. El Sharingan de Datsue distinguió claramente un aura de chakra más fuerte, intimidatoria—. Ya sabes para lo que estoy aquí. —Bakugan-Kurama guardó el hacha detrás de la espalda, en el cinto, y abrió las manos, como dándole la bienvenida.
—Para seguir creyéndote el más fuerte, el mejor, el primogénito. —Aunque el sello había mantenido a raya a Shukaku todo este tiempo, el tanuki había conseguido abrirse paso con toda su fuerza de voluntad, y la voz había venido desde las entrañas de Datsue, incontrolablemente. «Espera un momento, Hijo.»
—¡Oh! Sí, sí, todo eso que has dicho es verdad —asintió el otro—. Pero vengo a liberarte. A hacerte libre, Shukaku. Vengo a invitarte a mi proyecto. Gobernemos a los humanos, Shukaku. Tú y yo. Y el resto de tus herm...
—¡JIAJIAJIAJIA! ¡Sí, ya! Bajo tu mando, ¿verdad, puto zorro? ¿¡Bajo tu puto mando, eh!?
—Bueno, claro, por derecho, pero...
—¿¡POR DERECHO!? —Esta vez, Shukaku fue un paso más allá. Y dio un paso adelante—. ¿¡Por derecho, hijo de la gran puta!? ¡¡Padre nos crió a todos como iguales!! Eres un puto ególatra.
Kurama rio.
—¡¡Estoy hasta los putos cojones de que todos vosotros os rebeléis contra mi!! ¡CONTRA VUESTRO HERMANO! —bramó Kurama, ido de sí—. ¡Primero Kokuō, la puta pacifista de mierda, luego Chōmei, quien al parecer ahora es amiguito de su humano! ¡Os creéis muy listos, todos! ¡Y ahora, ahora tú! ¡Pero claro, qué se iba a esperar del puto mapachito de una colita de mierda!
Shukaku-Datsue cerró los puños. Datsue sintió un enorme poder corriendo por sus venas...
»¡Mírate, qué penita que das! ¡Ahí, encerrado en un ser inferior! ¡Estamos destinados a ser REYES, Shukaku! ¡REYES! ¡Yo tengo a mis Generales! ¡Yo tengo a un Ejército! ¡Y tú, ahí, prisionero! ¿¡Ves porque soy mejor que tú, hijo de puta!? ¡Tengo ambición! ¡Y tengo el poder para hacerla prosperar!
Shukaku-Datsue dio un paso adelante.
—¿Esclavo, dices? ¿Que no tengo nada? Te equivocas. Este de aquí. Este. —Shukaku-Datsue se señaló el pecho con el pulgar—. Este es Datsue el Intrépido, quien acaba de ventilarse AL PUTO UZUKAGE sin mi ayuda. Este es mi General. No, no mi General. Este es mi General, y mi PUTO EJÉRCITO. ESTE ES MI HIJO DEL DESIERTO.
»¡Escúchame bien, Kurama! ¡Mi Hijo del Desierto se folla a todos tus putos Generales y luego los cuelga de un puto árbol! ¡El más alto de los árboles! ¡Mi Hijo del Desierto, CONTRA TODOS TUS PUTOS GENERALES, HIJO DE LA GRAN ZORRA SIFILÍTICA, CABRÓN! ¡JIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIA!
—Estoy harto... ¡Harto de todos vosotros! ¡Muy bien, pues si no estás conmigo, estás contra mí!
—Y a mucha honra, chúpame la colita, payaso.
—¡AAAGH! ¡Está bien, pues te mataré, y cuando renazcas volveré a matarte, y cuando renazcas te sellaré en una puta vasija y te meteré en el cuarto de baño para que me veas cagar, hijo de puta! ¡Bakudan, mátalo, mátalo! ¡Mátalos a los dos! —Kurama-Bakudan se retorció, y de pronto sus ojos volvieron a tornarse de un color negro profundo. El hombre respiraba agitadamente—. Será un placer, ¡UJA, UJAJAJA, UJAJAJAJA! —Con la mirada perdida en algún punto de la arena detrás de la cintura de Datsue, Bakudan comenzó a rodearse de un manto de chakra anaranjado y burbujeante. Nueve colas comenzaron a crecer de ese mismo chakra, lentamente. Peligroso.
Como si acabase de salir a superficie después de bucear, Datsue sintió que le venía una bocanada de aire. Acababa de recuperar el control.
«No te confíes.»
—¡Shukaku, mi querido hermano menor...!
«Sucio zorro arrogante... ¡Mátalo!»
Porque la voz que había hablado no era la de Bakudan, no se correspondía con aquella risa demente de antes. Sonaba igual de cruel, pero de una manera totalmente distinta. Era fría. Era distante. Era autoritaria.
—¿Qué pasa, te ha comido la lengua el humano? —El General ahora había abandonado sus ojos negros inyectados en sangre y los había cambiado por unos rojos, brillantes. El Sharingan de Datsue distinguió claramente un aura de chakra más fuerte, intimidatoria—. Ya sabes para lo que estoy aquí. —Bakugan-Kurama guardó el hacha detrás de la espalda, en el cinto, y abrió las manos, como dándole la bienvenida.
—Para seguir creyéndote el más fuerte, el mejor, el primogénito. —Aunque el sello había mantenido a raya a Shukaku todo este tiempo, el tanuki había conseguido abrirse paso con toda su fuerza de voluntad, y la voz había venido desde las entrañas de Datsue, incontrolablemente. «Espera un momento, Hijo.»
—¡Oh! Sí, sí, todo eso que has dicho es verdad —asintió el otro—. Pero vengo a liberarte. A hacerte libre, Shukaku. Vengo a invitarte a mi proyecto. Gobernemos a los humanos, Shukaku. Tú y yo. Y el resto de tus herm...
—¡JIAJIAJIAJIA! ¡Sí, ya! Bajo tu mando, ¿verdad, puto zorro? ¿¡Bajo tu puto mando, eh!?
—Bueno, claro, por derecho, pero...
—¿¡POR DERECHO!? —Esta vez, Shukaku fue un paso más allá. Y dio un paso adelante—. ¿¡Por derecho, hijo de la gran puta!? ¡¡Padre nos crió a todos como iguales!! Eres un puto ególatra.
Kurama rio.
—¡¡Estoy hasta los putos cojones de que todos vosotros os rebeléis contra mi!! ¡CONTRA VUESTRO HERMANO! —bramó Kurama, ido de sí—. ¡Primero Kokuō, la puta pacifista de mierda, luego Chōmei, quien al parecer ahora es amiguito de su humano! ¡Os creéis muy listos, todos! ¡Y ahora, ahora tú! ¡Pero claro, qué se iba a esperar del puto mapachito de una colita de mierda!
Shukaku-Datsue cerró los puños. Datsue sintió un enorme poder corriendo por sus venas...
»¡Mírate, qué penita que das! ¡Ahí, encerrado en un ser inferior! ¡Estamos destinados a ser REYES, Shukaku! ¡REYES! ¡Yo tengo a mis Generales! ¡Yo tengo a un Ejército! ¡Y tú, ahí, prisionero! ¿¡Ves porque soy mejor que tú, hijo de puta!? ¡Tengo ambición! ¡Y tengo el poder para hacerla prosperar!
Shukaku-Datsue dio un paso adelante.
—¿Esclavo, dices? ¿Que no tengo nada? Te equivocas. Este de aquí. Este. —Shukaku-Datsue se señaló el pecho con el pulgar—. Este es Datsue el Intrépido, quien acaba de ventilarse AL PUTO UZUKAGE sin mi ayuda. Este es mi General. No, no mi General. Este es mi General, y mi PUTO EJÉRCITO. ESTE ES MI HIJO DEL DESIERTO.
»¡Escúchame bien, Kurama! ¡Mi Hijo del Desierto se folla a todos tus putos Generales y luego los cuelga de un puto árbol! ¡El más alto de los árboles! ¡Mi Hijo del Desierto, CONTRA TODOS TUS PUTOS GENERALES, HIJO DE LA GRAN ZORRA SIFILÍTICA, CABRÓN! ¡JIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIAJIA!
—Estoy harto... ¡Harto de todos vosotros! ¡Muy bien, pues si no estás conmigo, estás contra mí!
—Y a mucha honra, chúpame la colita, payaso.
—¡AAAGH! ¡Está bien, pues te mataré, y cuando renazcas volveré a matarte, y cuando renazcas te sellaré en una puta vasija y te meteré en el cuarto de baño para que me veas cagar, hijo de puta! ¡Bakudan, mátalo, mátalo! ¡Mátalos a los dos! —Kurama-Bakudan se retorció, y de pronto sus ojos volvieron a tornarse de un color negro profundo. El hombre respiraba agitadamente—. Será un placer, ¡UJA, UJAJAJA, UJAJAJAJA! —Con la mirada perdida en algún punto de la arena detrás de la cintura de Datsue, Bakudan comenzó a rodearse de un manto de chakra anaranjado y burbujeante. Nueve colas comenzaron a crecer de ese mismo chakra, lentamente. Peligroso.
Como si acabase de salir a superficie después de bucear, Datsue sintió que le venía una bocanada de aire. Acababa de recuperar el control.
«Destrúyelo, Hijo del Desierto. Y cuando todo esto termine, tú y yo tendremos una pequeña charla.»