22/10/2019, 22:35
Bakudan sonrió aún más cuando Datsue y Hanabi se elevaron en el aire. Una sonrisa divertida, con su ya característica risa pronunciada en un susurro tras la máscara blanca. Agachó la mirada y juntó las manos. Serpiente, Tigre, Libre, Rata, Serpiente. Cinco fueron los sellos formulados. Cinco fueron los suficientes para levitar hasta una altura similar a la del Uchiha. Su mismo Keijūgan no Jutsu.
—¿Quieres volar, pajarillo? Y por qué no... ¡¡VOLAR POR LOS AIRES, UJAJAJA, UJA, UUUUJAJAJAJA!! —Bakudan metió la mano dentro de su túnica mientras se desplazaba para que el Uchiha quedara justo en medio de él y de su clon con Hanabi agarrado, y zarandeó el brazo un segundo después. Un hacha arrojadiza volaba hacia Datsue. Pero con su Sharingan, el uzujin vio algo más. Había algo en el dorso del filo del arma. Algo que emitía una buena cantidad de chakra, aunque todavía no podía adivinar su naturaleza.
—Ugh... Datsue... eh... ¡AH! —Hanabi miró hacia abajo. No había suelo. ¡No había suelo! Bueno, para ser sinceros, sí que lo había pero estaba demasiado por debajo, ya entendéis—. Pero... ¿¡PERO QUÉ!? —Había dirigido ahora la mirada a los dos combatientes que flotaban allá en el aire. Uno se estaba desplazando y no pudo ver más detalles—. ¡AHHH! ¡Datsue, Datsue! ¡No te dejes controlar por él! —Y ahora había sido consciente de los brazos arenosos que le agarraban—. ¡Suéltame, monstruo!
—¿Quieres volar, pajarillo? Y por qué no... ¡¡VOLAR POR LOS AIRES, UJAJAJA, UJA, UUUUJAJAJAJA!! —Bakudan metió la mano dentro de su túnica mientras se desplazaba para que el Uchiha quedara justo en medio de él y de su clon con Hanabi agarrado, y zarandeó el brazo un segundo después. Un hacha arrojadiza volaba hacia Datsue. Pero con su Sharingan, el uzujin vio algo más. Había algo en el dorso del filo del arma. Algo que emitía una buena cantidad de chakra, aunque todavía no podía adivinar su naturaleza.
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—Ugh... Datsue... eh... ¡AH! —Hanabi miró hacia abajo. No había suelo. ¡No había suelo! Bueno, para ser sinceros, sí que lo había pero estaba demasiado por debajo, ya entendéis—. Pero... ¿¡PERO QUÉ!? —Había dirigido ahora la mirada a los dos combatientes que flotaban allá en el aire. Uno se estaba desplazando y no pudo ver más detalles—. ¡AHHH! ¡Datsue, Datsue! ¡No te dejes controlar por él! —Y ahora había sido consciente de los brazos arenosos que le agarraban—. ¡Suéltame, monstruo!
«Si no quieres que le arranque los brazos ahora mismo, y créeme, me apetece un huevo, ponle un tapón en la boca antes de que vuelva a insultar al Gran Shukaku.»