1/11/2019, 01:01
«¡Vamos no me jodas!» Había sido toda una suerte que se hubiese reprimido en el último momento, cuando a punto había estado de ejecutar uno de sus mejores Dotones. No solo hubiese quedado en ridículo —porque aquel cabrón también sabía volar—, sino que se hubiese agotado por los gastos tan repentinos de chakra.
Y no solo eso. Ahora que lo veía, se daba cuenta que llevando el combate a las alturas, su mejor as bajo la manga —este sí, el verdadero—, acababa de perder mucha de su eficacia. ¿Había sido un error?
Bakudan no iba a permitirle siquiera discurrirlo. Sin darle un solo segundo de tregua, le lanzó un hacha, una cuyo dorso emitía una buena cantidad de chakra. Ya había tenido una prueba de lo que era capaz. Si dejaba que aquella arma se le acercase, iba a meterse en un buen lío. Si la esquivaba, su clon —y por tanto, Hanabi—, iban a estar en un lío más gordo.
«Necesito una puta técnica defensiva. ¿Susano’o?» ¿Iba a llamarle por tercera vez aquel día? Sin duda, era su mejor baza. Pero había comprobado en su anterior combate que tardaba mucho en crearlo. Al menos, su versión completa.
Sus manos se movieron antes que su mente. Tigre. Liebre. Jabalí. Perro.
Aspiró, y acto seguido expulsó una pared de tierra tan alta que llegó al suelo y se elevó cinco metros por encima suya. Normalmente aquella pared tendría el símbolo del clan Uchiha estampado al frente. En aquella ocasión, eran las fauces de Shukaku quien saludaba a Bakudan y quienes se tragaron el hacha.
Datsue se alejó mientras se llevaba una mano al portaobjetos.
—¡Eh, toma!
Y lanzó una pastilla a su clon.
«¡Vamos no me jodas!», pensó de la misma forma el clon, cuando vio a Bakudan alzarse al cielo.
Sin embargo, pronto tendría más problemas de los que ocuparse.
«Ya voy, ya voy», quiso tranquilizar, no a Hanabi, sino a Shukaku.
—¡Hanabi, mantenga la compostura! ¡Aquí está todo controlado! —exclamó con su voz gutural—. Es al otro lado de lo que tenemos que preocuparnos —continuó, tratando de informarle con la máxima celeridad posible—. Ha aparecido un General. —Soltó la primera bomba sin contemplaciones. Como no creyó que una segunda hiciese mucho más daño, la detonó de seguido:—. Es la escoria que asesinó a Uzumaki Goro.
Y a alguien más…
Y a alguien más.
Oyó a Datsue gritarle. Se había defendido con el Doton: Doryūheki y ahora le lanzaba una pastilla. La calzó al vuelo con sus garras y optó por desplazarse en horizontal en el aire para obtener visual del enemigo. Él, a la izquierda. Datsue el real, hacia la derecha.
—Hanabi —le dijo el clon, esta vez en voz más baja—. Le he aplicado el Doton: Kajūgan no Jutsu. Mientras yo siga consciente, usted podrá volar. Ahora, tome —le entregó la pastilla. Una píldora de soldado superior—. Tómela y recupérese, Hanabi-sama. Le necesito conmigo.
Y no solo eso. Ahora que lo veía, se daba cuenta que llevando el combate a las alturas, su mejor as bajo la manga —este sí, el verdadero—, acababa de perder mucha de su eficacia. ¿Había sido un error?
Bakudan no iba a permitirle siquiera discurrirlo. Sin darle un solo segundo de tregua, le lanzó un hacha, una cuyo dorso emitía una buena cantidad de chakra. Ya había tenido una prueba de lo que era capaz. Si dejaba que aquella arma se le acercase, iba a meterse en un buen lío. Si la esquivaba, su clon —y por tanto, Hanabi—, iban a estar en un lío más gordo.
«Necesito una puta técnica defensiva. ¿Susano’o?» ¿Iba a llamarle por tercera vez aquel día? Sin duda, era su mejor baza. Pero había comprobado en su anterior combate que tardaba mucho en crearlo. Al menos, su versión completa.
Sus manos se movieron antes que su mente. Tigre. Liebre. Jabalí. Perro.
Aspiró, y acto seguido expulsó una pared de tierra tan alta que llegó al suelo y se elevó cinco metros por encima suya. Normalmente aquella pared tendría el símbolo del clan Uchiha estampado al frente. En aquella ocasión, eran las fauces de Shukaku quien saludaba a Bakudan y quienes se tragaron el hacha.
Datsue se alejó mientras se llevaba una mano al portaobjetos.
—¡Eh, toma!
Y lanzó una pastilla a su clon.
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«¡Vamos no me jodas!», pensó de la misma forma el clon, cuando vio a Bakudan alzarse al cielo.
Sin embargo, pronto tendría más problemas de los que ocuparse.
«Ya voy, ya voy», quiso tranquilizar, no a Hanabi, sino a Shukaku.
—¡Hanabi, mantenga la compostura! ¡Aquí está todo controlado! —exclamó con su voz gutural—. Es al otro lado de lo que tenemos que preocuparnos —continuó, tratando de informarle con la máxima celeridad posible—. Ha aparecido un General. —Soltó la primera bomba sin contemplaciones. Como no creyó que una segunda hiciese mucho más daño, la detonó de seguido:—. Es la escoria que asesinó a Uzumaki Goro.
Y a alguien más…
Y a alguien más.
Oyó a Datsue gritarle. Se había defendido con el Doton: Doryūheki y ahora le lanzaba una pastilla. La calzó al vuelo con sus garras y optó por desplazarse en horizontal en el aire para obtener visual del enemigo. Él, a la izquierda. Datsue el real, hacia la derecha.
—Hanabi —le dijo el clon, esta vez en voz más baja—. Le he aplicado el Doton: Kajūgan no Jutsu. Mientras yo siga consciente, usted podrá volar. Ahora, tome —le entregó la pastilla. Una píldora de soldado superior—. Tómela y recupérese, Hanabi-sama. Le necesito conmigo.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado