6/11/2019, 21:19
—Chsss, a mi tampoco me está gustando esto, pero no lo empeoremos, ¿sí? —Si la verdad dolía, no era culpa mía. Si hubiesen sido mas amistosos, quizás mi comentario hubiese sido diferente.—. Escucha. Mantente alerta. Huelo problemas. Y tengo buen olfato.
Si, a mi tampoco me gustaba aquella tensión. Pero allí no tenia un barco para desahogarme cantando. Y seguramente, si cantaba, empeoraría las cosas. Parecía que en aquel lugar tan frío, la sinceridad, era un pecado.
Como había predicho, el samurái hizo su trabajo y nos abandono a nuestra suerte en una taberna. Pero no en una cualquiera de la ciudad no. En una taberna abandonada. Le dio las llaves a Katsudon y con unas palabras tan amigables como su trato hasta el momento, se marcho.
—Cuando se les requiera, se les hará llamar. No se alejen mucho ni husmeen lo indebido.
—Sí, esto huele mal —opinó Katsudon—. Espero que Yuuna esté bien.
—No deberías preocuparte por su cabeza, ella esta entre los suyos y ademas sabe como defenderse. Pero si por la nuestra. —Dije cuando vi que el samurai se había alejado lo suficiente.
Por dentro, la posada tenia mucho mejor aspecto. Al menos mantenía los muebles mas o menos intactos, había una chimenea y madera para encender el fuego. Fuego que no tardo en aparecer gracias a la bendición que le habían concedido los dioses de poder manejar aquel elemento.
—En fin... Supongo que tendremos que esperar aquí hasta que Yuuna termine de hablar con su madre ¿Quieres un poco té? Llevo un tarro en la mochila, y Sakura me enseño a prepararlo, aunque igual se estropeo con todo lo del barco...
Dije mientras aprovechaba para revisar mis pertenencias. Con todo el jaleo del viajecito por mar y aire, apenas había tenido tiempo de respirar en paz. Y aunque allí en el "paraiso" de los samuráis estábamos tranquilos de momento, tendríamos que dormir con un ojo abierto.
—También se canciones sobre bebida, he escuchado a mi padre y al de sakura cantar juntos cuando beben, aunque a mi el alcohol no me gusta.
Si, a mi tampoco me gustaba aquella tensión. Pero allí no tenia un barco para desahogarme cantando. Y seguramente, si cantaba, empeoraría las cosas. Parecía que en aquel lugar tan frío, la sinceridad, era un pecado.
Como había predicho, el samurái hizo su trabajo y nos abandono a nuestra suerte en una taberna. Pero no en una cualquiera de la ciudad no. En una taberna abandonada. Le dio las llaves a Katsudon y con unas palabras tan amigables como su trato hasta el momento, se marcho.
—Cuando se les requiera, se les hará llamar. No se alejen mucho ni husmeen lo indebido.
—Sí, esto huele mal —opinó Katsudon—. Espero que Yuuna esté bien.
—No deberías preocuparte por su cabeza, ella esta entre los suyos y ademas sabe como defenderse. Pero si por la nuestra. —Dije cuando vi que el samurai se había alejado lo suficiente.
Por dentro, la posada tenia mucho mejor aspecto. Al menos mantenía los muebles mas o menos intactos, había una chimenea y madera para encender el fuego. Fuego que no tardo en aparecer gracias a la bendición que le habían concedido los dioses de poder manejar aquel elemento.
—En fin... Supongo que tendremos que esperar aquí hasta que Yuuna termine de hablar con su madre ¿Quieres un poco té? Llevo un tarro en la mochila, y Sakura me enseño a prepararlo, aunque igual se estropeo con todo lo del barco...
Dije mientras aprovechaba para revisar mis pertenencias. Con todo el jaleo del viajecito por mar y aire, apenas había tenido tiempo de respirar en paz. Y aunque allí en el "paraiso" de los samuráis estábamos tranquilos de momento, tendríamos que dormir con un ojo abierto.
—También se canciones sobre bebida, he escuchado a mi padre y al de sakura cantar juntos cuando beben, aunque a mi el alcohol no me gusta.