2/12/2019, 03:34
La sonrisa tétrica del General se mantuvo impertérrita, y carcajeó cuando comprobó que su segunda hacha se había clavado en el cuerpo de arena del clon. La boca se le ensanchó más, no obstante, cuando comprobó que el Datsue original tomaba impulso para levitar, nuevamente, mientras el mini-shukaku tomaba la iniciativa al tratar de acercarse lo suficiente a Bakudan como para poder clavar en él un garrazo que le quitara esa risilla del rostro. Pero algo ocurrió de forma demasiado súbita como para que alguno de los partícipes de aquél fatídico combate supieran lo que estaba por venir.
El cuerpo de Bakudan desapareció entre un remolino de viento, dejando colgado al mini-shukaku. Fue un movimiento imperceptible, fugaz. Una técnica perfecta para enemigos que estuvieran supeditados en el aire, y Datsue se lo había puesto en bandeja de plata. A él y a su locura. A él y a su sed de sangre. A él y a su voluntad por explotarlo todo.
Cuando las costillas acabaron de formarse, el mismísimo Susano’o habría de temblar pues un golpe calado en aquellos huesos infernales fue recibido directamente en la parte baja de su espalda. Era el codo de Bakudan que impactó potenciado con su propio chakra, cuyo cuerpo se encontraba allí atrás, desapercibido, gracias a la sutileza del Kage Buyō.
Crack. Craaaaaaack. El sonido de un hueso resquebrajándose. Craaaack. Grietas apilándose en la estructura osea de aquél demonio invocado por el Uchiha, cuyas fínas líneas parecían abrirse paso como la tierra cuando un terremoto zarandea las placas tectónicas y mueve incluso los cimientos del mismísimo planeta tierra.
—UJAJAJA, UAJAJAJA, UJAJA —una risa que potenciaba ese codo fulgurante de chakra que seguía hundiéndose con fuerza para romper aquella defensa y, además, para dar un golpe final en forma de... ¡explosión!
El cuerpo de Bakudan desapareció entre un remolino de viento, dejando colgado al mini-shukaku. Fue un movimiento imperceptible, fugaz. Una técnica perfecta para enemigos que estuvieran supeditados en el aire, y Datsue se lo había puesto en bandeja de plata. A él y a su locura. A él y a su sed de sangre. A él y a su voluntad por explotarlo todo.
Cuando las costillas acabaron de formarse, el mismísimo Susano’o habría de temblar pues un golpe calado en aquellos huesos infernales fue recibido directamente en la parte baja de su espalda. Era el codo de Bakudan que impactó potenciado con su propio chakra, cuyo cuerpo se encontraba allí atrás, desapercibido, gracias a la sutileza del Kage Buyō.
Crack. Craaaaaaack. El sonido de un hueso resquebrajándose. Craaaack. Grietas apilándose en la estructura osea de aquél demonio invocado por el Uchiha, cuyas fínas líneas parecían abrirse paso como la tierra cuando un terremoto zarandea las placas tectónicas y mueve incluso los cimientos del mismísimo planeta tierra.
—UJAJAJA, UAJAJAJA, UJAJA —una risa que potenciaba ese codo fulgurante de chakra que seguía hundiéndose con fuerza para romper aquella defensa y, además, para dar un golpe final en forma de... ¡explosión!
¡BOOOMMMMMMMM!
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